El misterioso hielo que reside en la superficie de la Luna podría tener un origen aún más sorprendente de lo que imaginamos. Un reciente estudio ha arrojado luz sobre la posibilidad de que las ondas de electrones, provenientes tanto de la Tierra como del Sol, podrían ser parcialmente responsables de la creación del agua congelada en el satélite natural de nuestro planeta.
La Luna, en su viaje espacial, entra y sale de la cola magnética de la Tierra, una consecuencia directa de nuestro planeta moviéndose a través del espacio. Esta cola magnética es el hogar de una lámina de plasma rica en electrones e iones cargados. Estos elementos son extraídos tanto de la atmósfera terrestre como de la radiación solar.
Históricamente, los expertos ya habían considerado el papel que desempeña esta cola magnética y la magnetosfera en la creación del agua lunar. Esta última se forma a medida que el campo magnético de la Tierra actúa como un escudo contra el viento solar del Sol, generando efectos diversos y fascinantes.
Cuando la Luna se encuentra fuera de este resguardo magnético, su superficie es expuesta al bombardeo del viento solar. Se podría esperar que, al ingresar a la cola magnética y estar protegida del viento solar, la generación de agua en la Luna se reduzca drásticamente.
Sin embargo, evidencias recopiladas han mostrado que esto no es precisamente lo que sucede. Si bien es cierto que los iones de hidrógeno del viento solar pueden generar agua en la Luna, sorprendentemente, este proceso sigue ocurriendo incluso cuando la Luna está resguardada de dicho viento.
«Esto proporciona un laboratorio natural para estudiar los procesos de formación del agua en la superficie lunar», dice el científico planetario Shuai Li de la Universidad de Hawai’i en Mānoa.
Los autores del estudio, dirigidos por Li, sugieren que los electrones podrían ser los verdaderos protagonistas en esta historia. Estos electrones de alta energía, al interactuar con el terreno lunar, podrían liberar el hidrógeno atrapado en el suelo, que a su vez podría formar agua.
Li sostiene que «aunque en la cola magnética no recibimos protones del viento solar, hay procesos adicionales de formación o fuentes no directamente asociadas con este. En especial, hemos detectado que la radiación de los electrones de alta energía tiene efectos similares a los protones del viento solar».
Aunque la teoría es intrigante y proporciona un nuevo ángulo de investigación, aún es necesario llevar a cabo más experimentos y observaciones directas en la superficie lunar para confirmar estos hallazgos. Determinar el origen exacto del agua de la Luna no es solo una cuestión académica. Esta búsqueda puede aportar valiosa información sobre el pasado de la Luna y brindarnos claves para futuras misiones y posibles asentamientos humanos en su superficie.
Como apunta Li, la relación entre la Tierra y la Luna va más allá de lo que percibimos a simple vista. La formación de agua, la magnetosfera y las interacciones cósmicas son solo algunos de los misterios que todavía estamos descifrando. «Los polos lunares oxidados y el hallazgo reciente sobre la formación de agua muestran cuán intrincadamente ligada está la Tierra con su satélite», concluye Li.
Este estudio, que plantea una renovada perspectiva sobre la formación de agua en la Luna, ha sido publicado en la prestigiosa revista Nature Astronomy, y sin duda, dará pie a más investigaciones en este ámbito en el futuro.