Anabel y Mauricio decidieron hace poco más de un año adoptar en un refugio situado en el municipio tinerfeño de Icod de los Vinos a Shaylo, un perro tranquilo de llamativos ojos amarillos que desde el primer momento se convirtió en un miembro más de su familia. Ahora, por cuestiones personales, la pareja y su mascota deben viajar, al menos, una vez al mes a la isla de Gran Canaria. Un trayecto que, lejos de contar con las comodidades a las que opta todo pasajero en el Archipiélago, se ha convertido en una auténtica pesadilla.
“La familia de mi pareja vive en Gran Canaria y, debido al complicado estado de salud de su madre, este año hemos viajado a la Isla con más frecuencia”, ha declarado Anabel a DIARIO DE AVISOS. Para esta joven, que reside en La Laguna, “dejar a Shaylo en un alojamiento para perros no es una opción” y, por ello, asegura que estudió todas las posibilidades que ofrecían las navieras que operan en Canarias para realizar el traslado junto a su can. “Naviera Armas es la que mejor se adapta a nuestras necesidades porque, a pesar de que no podemos llevarlo en butacas con transportín (pesa más de 10 kilos), tenemos la autorización para viajar durante las tres horas en la cubierta del buque, sin necesidad de dejar a Shaylo en las jaulas”, indica.
Respecto a esta última alternativa, la pareja coincide en evitarla después de que el año pasado un juzgado condenara a la compañía por la muerte de un bulldog inglés durante la travesía de uno de sus barcos desde Tenerife a La Gomera. La causa de la muerte del animal fue un golpe de calor ocasionado por las condiciones en que se produjo el traslado: metido en una jaula y sin la debida refrigeración.