La Comisión Asesora COVID-19 del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos advierte que las mascarillas N95, FFP2 y FFP3 deben estar disponibles para los profesionales y no se recomienda su uso por la población general porque son innecesarias, ineficientes e incluso contraproducentes.
La Organización Medica Colegial de España ha hecho público este viernes el segundo informe de la Comisión Asesora COVID-19-OMC, puesta en marcha por el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM), sobre el uso de mascarillas como elemento fundamental para la protección del personal sanitario frente al contagio de la COVID-19.
El informe incluye también recomendaciones sobre su uso en la población general.
La Comisión Asesora se puso en marcha el pasado 21 de abril y en ella participan más de 30 expertos de diversas áreas para realizar propuestas de posicionamiento y responder a las diferentes dimensiones de la pandemia.
Los expertos sostienen en su segundo informe que las mascarillas autofiltrantes (FFP2, FFP3 y N95) «deberán estar a disposición de los profesionales que atiendan a pacientes con COVID-19 confirmado o con sospecha», mientras que se usarán mascarillas quirúrgicas para atender a pacientes de los circuitos «no COVID-19».
Dan por supuesto que los centros y servicios sanitarios «disponen de todos los modelos que son precisos para proteger a su personal y a los pacientes del contagio» y consideran «simplemente inaceptable que el personal sanitario y sus pacientes no dispongan de las mascarillas apropiadas».
El informe subraya que la población general debe usar mascarillas quirúrgicas en transporte público, establecimientos comerciales, empresas centros y servicios sanitarios, residencias socio-sanitarias y locales donde no se pueda mantener la distancia de seguridad.
«No se recomiendan para su uso por la población general, debido a que son innecesarias, ineficientes, y pueden ser contraproducentes», añade, y enumera inconvenientes como que su uso continuado dificulta en algunas personas la respiración y puede causar fatiga y mareos en personas mayores.
Además son más incómodas y «provocan mas manipulación de la cara para recolocarla, pudiendo dar «una falsa sensación de seguridad», detalla.
La excepción son los pacientes inmunodeprimidos y aquellos a los que se les indique por consejo clínico que usen mascarillas autofiltrantes «para extremar su protección ante la vulnerabilidad individual que presentan».
Los expertos inciden en que los pacientes que acuden a los centros y servicios sanitarios deben estar provistos, con carácter general, de mascarilla quirúrgica desde el punto de entrada y clasificación, y aconseja el uso de esta protección en las reuniones de hasta 10 personas que se permiten a partir de la fase 1 con personas con las que no se conviva.
Consideran que estas mascarillas no son necesarias en espacios abiertos siempre que esta distancia se mantenga y se insiste en que «la protección que aporta la mascarilla quirúrgica depende de su buen uso, y de que se complemente con el lavado de manos antes y después de su utilización».
En el informe los expertos subrayan que «se han valorado situaciones excepcionales donde falten las mascarillas idóneas para el sanitario o para el paciente», aunque «la situación de los mercados nacionales e internacionales de suministro de estos equipos se está normalizando rápidamente, así como la capacidad de comprar y distribuir por parte de las autoridades sanitarias y los gestores».
«Por ello, desde el punto de vista profesional, se considera simplemente inaceptable que el personal sanitario y sus pacientes no dispongan de las mascarillas apropiadas, y no se emite recomendación alguna sobre esta excepcionalidad inadmisible», concluye.