No todo es el 3I/ATLAS, mientras el cometa Lemmon adorna estos días el cielo terrestre, el verdadero protagonista del firmamento se encuentra en el otro extremo del Sol: el cometa interestelar 3I/ATLAS, un visitante cósmico que ha despertado el asombro de los astrónomos por su tamaño, velocidad y antigüedad excepcionales.
Se trata del tercer objeto interestelar detectado en nuestro sistema solar tras ‘Oumuamua (2017) y 2I/Borisov (2019), pero también del más grande y rápido jamás observado. Los astrónomos creen que 3I/ATLAS procede de un sistema estelar remoto, posiblemente formado hace más de 10.000 millones de años, lo que lo convierte en una auténtica reliquia del nacimiento de la galaxia.
Detectado por primera vez por el sistema ATLAS (Asteroid Terrestrial-Impact Last Alert System) de la NASA a comienzos de julio de 2025, el 3I/ATLAS ha recorrido ya la mitad de su travesía a través del sistema solar. Este miércoles 29 de octubre, alcanzará su perihelio, el punto más cercano al Sol, situado a 1,4 unidades astronómicas (unos 210 millones de kilómetros).
Después de este encuentro con nuestra estrella, el cometa comenzará lentamente su regreso al espacio profundo, en un viaje de despedida que durará varios meses. Su órbita es hiperbólica, lo que significa que no gira alrededor del Sol, sino que lo cruza una única vez antes de desaparecer para siempre del vecindario solar.
“Es un visitante que nunca volverá. Su paso nos ofrece una oportunidad única para estudiar materia interestelar primitiva sin necesidad de abandonar nuestro sistema solar”, explican investigadores del Centro de Estudios de Cometas de la NASA.
Un espectáculo de polvo, hielo y luz del 3I/ATLAS
La imagen más nítida hasta el momento fue captada el 27 de agosto por el telescopio Gemini South, en Chile, operado por la National Science Foundation. En ella puede verse el núcleo brillante del cometa rodeado por una densa coma una nube de gas y polvo que se extiende formando una cola espectacular dirigida en sentido opuesto al Sol.

A medida que el 3I/ATLAS se acerca al perihelio, la radiación solar calienta su superficie helada, provocando la eyección de chorros de gas y partículas que crean su característica cabellera luminosa. Los astrónomos esperan que durante los próximos días el cometa se vuelva más brillante y activo, al liberar grandes cantidades de material al espacio.
Cuando vuelva a ser visible a los telescopios terrestres en noviembre, es posible que su aspecto sea todavía más impresionante. Los observatorios de la Tierra, los satélites en órbita e incluso las sondas rumbo a Júpiter se preparan para observar el fenómeno desde todos los ángulos posibles.
Una cápsula del tiempo cósmica es el 3I/ATLAS
El interés científico por 3I/ATLAS va mucho más allá del espectáculo visual. Este cometa interestelar ofrece una oportunidad única para estudiar materiales formados fuera de nuestro sistema solar, quizá incluso antes del nacimiento del Sol.
El análisis de su composición podría revelar claves sobre el origen químico de otros sistemas estelares y sobre cómo se forman los cometas en entornos interestelares. A diferencia de los cometas locales, el 3I/ATLAS parece contener aleaciones metálicas inusuales y proporciones atípicas de hielo y polvo, lo que sugiere que se gestó en un ambiente químicamente diferente.
“Estudiar un objeto como este es como mirar directamente al pasado de la galaxia”, explicó Xabier Pérez Couto, investigador del CITIC en la Universidad de A Coruña. “Cada muestra de su material nos habla de las condiciones que existían miles de millones de años antes de que se formara el Sol”.
Una joya fugaz del cosmos
Los astrónomos coinciden en que 3I/ATLAS es un viajero solitario que no volverá jamás. Su paso por el sistema solar es una oportunidad irrepetible para recopilar datos sobre su estructura, su composición y su comportamiento bajo la intensa radiación solar.
Durante los próximos meses, la NASA y la ESA coordinarán una campaña internacional de observación para seguir la evolución del cometa a medida que se aleja del Sol. Aunque pronto desaparecerá de la vista humana, los registros espectroscópicos y fotográficos obtenidos durante su paso permitirán a la comunidad científica extraer información valiosa sobre los confines del espacio interestelar.
Mientras tanto, el 3I/ATLAS continúa su viaje silencioso, dejando tras de sí una estela brillante que recuerda a los observadores de la Tierra que aún queda mucho por descubrir más allá de las fronteras del sistema solar.