En la inmensidad del espacio, a 200 millones de años luz de nuestro hogar terrestre, se encuentra WASP-107b, un exoplaneta que ha despertado el asombro y la curiosidad de los astrónomos por su singular naturaleza y más para los astrónomos del mundo. A primera vista, este gigante gaseoso se asemeja a un dulce algodón de azúcar por su composición ligera y su tamaño, comparable al de Júpiter, pero apenas tiene el 12% de su masa.
El equipo de astrónomos europeos, armados con la tecnología vanguardista del Telescopio Espacial James Webb de la NASA, ha revelado un mundo aún más peculiar de lo imaginado. Los hallazgos, una contribución a la revista Nature, se han hecho públicos con un entusiasmo palpable en el ámbito científico.
«Estamos desentrañando nuevos mundos» , afirmó en un comunicado el astrónomo francés y coautor del estudio Achrène Dyrek . «(El telescopio Webb) permite una caracterización atmosférica profunda de un exoplaneta que no tiene ningún homólogo en nuestro sistema solar».
WASP-107b no es un planeta cualquiera; se revela como un horno cósmico con temperaturas que superan los 900 grados Fahrenheit. Este calor abrasador no ha impedido que los científicos descubran un fenómeno sorprendente: nubes de partículas arenosas que flotan en su atmósfera, las cuales podrían precipitarse en una especie de lluvia sólida sobre su superficie. «Estamos desentrañando nuevos mundos», proclama Achrène Dyrek, coautor del estudio, aludiendo a las posibilidades infinitas que brinda el telescopio Webb para la caracterización atmosférica de exoplanetas.
¿Por qué a WASP-107b se le conoce como un planeta «esponjoso»?
La peculiaridad de WASP-107b reside en su órbita alrededor de una estrella menos masiva y más fría que nuestro Sol, lo que permite una observación detallada de su atmósfera, una hazaña no replicable en gigantes gaseosos densos como Júpiter. Su descubrimiento en 2017 marcó un hito, y desde entonces ha sido apodado como un planeta «esponjoso» por su baja densidad.
La nueva observación ha sido una ventana hacia la compleja química que se esconde en sus capas gaseosas. Los astrónomos han encontrado vapor de agua y dióxido de azufre, un componente que evoca el olor a cerillas quemadas, pero el metano, sorprendentemente, brilla por su ausencia. La falta de metano ha llevado a los investigadores a postular que el núcleo del planeta podría ser más cálido de lo esperado, un detalle que añade otra capa de misterio a WASP-107b.
La presencia de dióxido de azufre, contrario a predicciones anteriores, ha aportado una nueva perspectiva sobre la estructura esponjosa del planeta. A pesar de la fría estrella madre, una cantidad minúscula de fotones de alta energía penetra la atmósfera del planeta, desencadenando las reacciones químicas necesarias para la creación del dióxido de azufre.
El telescopio espacial James Webb ayuda a los astrónomos a realizar nuevos hallazgos
Quizás lo más fascinante es el descubrimiento de nubes de silicato de altitud similar al material que compone nuestras playas terrestres. Estas nubes, sugieren los científicos, pueden seguir un ciclo similar al del agua en la Tierra, con el silicato evaporándose y precipitándose repetidamente. «Esto es muy similar al ciclo del vapor de agua y las nubes en nuestra propia Tierra, pero con gotas hechas de arena», explica Michiel Min, de la Universidad de Ámsterdam y coautor del estudio.
🥇[NEWS] I am thrilled to announce that we have discovered sand clouds, sulphur dioxide and gas water in the atmosphere of an exoplanet 🌪️
👏This work has been published in @Nature and unravels the mysteries of the fluffy exoplanet WASP-107b 🪐
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— Dr. Achrène Dyrek 🛰🚀🔭 (@achrene_dyrek) November 16, 2023
El telescopio espacial James Webb conseguirá encontrar una nueva Tierra habitable pronto y se ha convertido en una herramienta clave para desentrañar los secretos de los exoplanetas lejanos. Recientes observaciones han llevado a descubrimientos de mundos oceánicos que podrían albergar vida y han permitido identificar el agujero negro más antiguo conocido. En este caso, las observaciones de WASP-107b fueron realizadas con el Instrumento de Infrarrojo Medio (MIRI) del telescopio, que permite observar la luz rojiza de galaxias distantes y cometas apenas visibles.
Este estudio es un testimonio de la perseverancia científica y una muestra de que aún quedan muchos misterios por resolver en los confines de nuestro universo. La exploración del espacio sigue ofreciendo descubrimientos que desafían nuestras concepciones.