«Estamos muy cerca». Esa frase aparece como lema del PSOE desde hace días en los mítines de Pedro Sánchez, que la repite a menudo. El lema intenta transmitir una sensación de victoria que active el voto útil tanto desde los votantes socialistas que se pasaron a Ciudadanos en las últimas elecciones como los que se fueron a Unidos Podemos. El PSOE puede volver a ser la primera fuerza política de España 11 años después de la última victoria, con José Luis Rodríguez Zapatero al frente. Hay emoción en las filas socialistas.
Así se palpaba en la noche del viernes en Valencia, en el mitin de cierre de campaña de Sánchez y Ximo Puig, que el domingo también aspira a revalidar la presidencia de la Generalitat valenciana. Ante miles de personas, el propio Puig parecía darlo por hecho: «¡Cuanta más intención de voto, más humildad, cuanta más intención de voto, más responsabilidad, más compromiso, más lealtad!», clamó el president. Al ministro de Fomento, José Luis Ábalos, también número uno por Valencia al Congreso, le llamaban «guapo». Los teloneros del acto tocaban en directo «Dime que me quieres».
El PSOE se mueve entre la sensación de euforia, puertas para adentro, y la obligación de combinarla de cara al exterior con la de emergencia nacional por el advenimiento de la ultraderecha.
Entre la euforia y la denuncia del apocalipsis
Los socialistas apretaron hasta el final este viernes ante la sensación de que la extrema derecha de Vox llega al galope para destruirlo todo. Como advirtió Sánchez, «ganar no significa gobernar». «Tenemos que ganar y gobernar. Es más, si no gobernamos, no ganamos», dijo. La alternativa al PSOE es que «Vox esté a los mandos de la política», condicionando un Gobierno de PP y Ciudadanos.
Sin embargo, hasta cuatro encuestas diferentes sitúan al PSOE no sólo como claro ganador de las elecciones sino a un paso de sumar mayoría absoluta con Unidas Podemos. Entre ellas están los trackings o seguimientos demoscópicos que manejan en Moncloa.
Los sondeos hechos en esta semana, en la que no se pueden publicar sus resultados, muestran una consolidación del PSOE, si bien en los últimos días podría haber cedido un poco de su apoyo en favor de Unidas Podemos. La formación morada resucita en parte gracias al éxito de Pablo Iglesias en los dos debates televisivos, celebrados este lunes y martes.
Mayoría absoluta al alcance de la mano
La mayoría absoluta, situada en 176 escaños, ya no es una quimera para PSOE y Unidas Podemos, según los últimos sondeos de campaña, que indican que, de no llegar, no necesitarían más que un puñado de escaños para complementar su mayoría. El PNV, como nacionalista pero no independentista, parece una opción más obvia antes que ERC, formación a la que todos los sondeos auguran un buen resultado, quizás superando los nueve que en la actualidad tienen en el Congreso de los Diputados.
Los dos partidos se han repartido a la perfección los papeles en la campaña. El PSOE partía con ventaja, pero sólo se ha permitido atacar a Podemos de forma indirecta: al pedir el voto útil para una gran mayoría que pare a la extrema derecha.
Por su parte, Pablo Iglesias sí ha criticado al PSOE por no cumplir sus promesas en aquellas áreas donde cree que puede recuperar voto ideológico que se ha ido a los socialistas o puede acabar en la abstención. Pero hasta Iglesias tenía límites. En ningún caso ha criticado a Sánchez de manera particular y directa. Y es que la figura del presidente es el principal reclamo de la campaña de Ferraz, a quien no molesta que Unidas Podemos recupere su espíritu combativo atacando un poco al PSOE. Es más: al PSOE le conviene que Iglesias aguante para que las encuestas se cumplan.
El líder socialista se lanza a por el centro
El líder socialista se lanzó este viernes por la mañana a por electorado más moderado y de centroizquierda. Esa es su responsabilidad en el tándem con Iglesias. «No quiero que descanse la gobernabilidad de este país en manos de fuerzas independentistas», dijo en la Cadena Ser, en su última gran aparición mediática.
«Creo que Rivera tendrá que valorar qué hacer después del lunes. A mí me ha decepcionado. Creía que era otro tipo de derecha», lamentó. El jefe del Ejecutivo espera de Ciudadanos una «posición mucho más constructiva, no sólo por respeto al PSOE sino respeto al país».
Es decir: Sánchez se lanzaba a por el voto moderado, también a por los votantes tradicionalmente socialistas que en las últimas elecciones se fueron a Ciudadanos, sin cerrarse la puerta de gobernar con Ciudadanos. Si Sánchez no suma con Podemos, podría recurrir al partido naranja argumentando que no quiere depender de los partidos separatistas. Sánchez quiere tener todas las puertas abiertas.
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