El uso de la mascarilla obligatorio con el propósito de frenar los contagios de COVID-19 ha sido aceptado por la sociedad pero, a diferencia de lo que suele observarse en determinadas situaciones, requiere un mínimo de cuidado si se desea mantener su efectividad.
A la hora de subirnos al coche, muchos conductores suelen colgar la mascarilla del espejo retrovisor, pese a que es incorrecto por dos motivos. El primer está relacionado con la seguridad vial, ya que puede impedir la visibilidad total de la persona durante la conducción debido al continuo vaivén del complemento sanitario.
Según el artículo 19 del Reglamento General de Circulación, el conductor ha de mantener el campo de visión despejado y la atención a la conducción ha de ser permanente. Por ello, este gesto que vemos a diario supone una multa de unos 80 euros.
El segundo motivo alude a la falta de higiene. Las mascarillas deben guardarse correctamente en sobres de papel o tela para poder ser reutilizadas sin que sus propiedades se vean afectadas.