Los pollofres llegaron a Santa Cruz de Tenerife hace poco más de una semana y todavía siguen en boca de los más noveleros de la Isla. Se habla de ellos en reuniones familiares, de amigos e incluso entre parejas. Y es que muchas personas no han dudado en darse un salto a ‘La Pollería‘, en la céntrica calle Villalba Hervás, para degustar los atrevidos gofres con forma de pene, bañados en diferentes tipos de chocolate, y pasar un rato divertido en la mejor compañía. La llegada de este negocio a la capital tinerfeña ha sido el boom que se esperaba, pero a su creador Pedro Buerbaum (El Sauzal, 1995) no le sorprende el revuelo que se ha formado en torno al atrevido dulce fálico, que ya triunfaba en otras siete ciudades españolas y lo hará próximamente en otras partes del mundo, como Londres. “Pasa lo mismo en todas las tiendas que abrimos y, claro, Tenerife no iba a ser menos teniendo en cuenta lo que le gusta el vacilón a la gente de nuestra tierra”.
En la última semana han corrido como la pólvora un montón de vídeos y memes en los que se aprecian las colas que se forman a las puertas del local. “Hemos recibido a un público muy variado que viene en grupo a vivir la experiencia y a vacilar con sus amigos, la gente del crossfit, los compañeros del Máster, del trabajo o de donde sea”, comenta el joven emprendedor en una conversación con este periódico. Lo que sí le llama la atención es que vienen usuarios de todas las edades, “también señoras mayores traídas por sus hijas o nietas y que luego vuelven con sus amigas por la novelería; se lo pasan muy bien”.
El primer local de ‘La Pollería’ abrió sus puertas en el emblemático barrio madrileño de Chueca, pero su historia es un poco más larga. Pedro llegó a Madrid a principios de 2019, con 24 años, y montó una heladería, Ice & Dreams, en Malasaña. Ese había sido uno de sus viejos anhelos, pues estuvo a punto de abrir un negocio similar en Estados Unidos tras terminar sus estudios de Administración y Dirección de Empresas (ADE) en Los Ángeles, California. Sin embargo, “una serie de problemas familiares” le trajo de vuelta a Tenerife, y de la Isla, que se le “hacía pequeña para lo que tenía en mente”, dio el salto definitivo a la capital.
La heladería iba bien y tenía mucha presencia en las redes sociales, pero Pedro sabía que tras el verano llegaría la “temporada baja y el helado no funcionaría tanto”. Tocaba innovar. “Pensé en hacer algo con gofres o crepes, aunque todavía no se me había ocurrido que tuviesen forma de pene”. De hecho, fue después de los meses de verano, en noviembre, aproximadamente, cuando tuvo la genial idea. Alquiló un pequeño local en un callejón del barrio, de apenas 11 metros cuadrados, que más bien parecía un trastero, y él mismo fabricó los muebles con madera que se encontraba en la calle. “Me acuerdo de que tenía 960 euros en la cuenta, no me olvidaré nunca, iba muy justito”. Aun así, cuando ‘La Pollería’ abrió sus puertas por primera vez, se “desató la locura”.
Hoy rememora con una sonrisa aquellas fechas de puro furor en la ciudad que vio nacer a los pollofres de 17 centímetros. “En cuestión de dos o tres días salimos prácticamente en todos los medios de comunicación, en ‘La Resistencia’, ‘La Sexta’, ‘Antena 3’, ‘Cuatro’… ¡en todos lados! Nos tuvimos que cambiar de local a las dos semanas”.
[+18] Polla y gofre, el nuevo sofá y mantita. #LaResistencia pic.twitter.com/JZgtEQkVG9
— La Resistencia en Movistar+ (@LaResistencia) December 12, 2019
-¿Cómo reaccionaron sus amigos y familiares cuando les contó que iba a vender gofres con forma de pene?
“Cuando abrí la primera tienda, se lo comenté solo a dos colegas, mis dos mejores amigos, un par de semanas antes. Solo me supieron decir que estaba loco. A mi padre, que es muy reservado, se lo conté el día de la apertura y la verdad es que me dijo una frase que me encantaría hacerla en vinilo y ponerla en la pared de mi habitación: “Hijo mío, espero que te vaya bien, porque si hay algo más jodido que vender pollas, es fracasar vendiendo pollas” (Pedro suelta una carcajada). Pues sí, ya me jodería quedarme como Pedro el de las pollas para el resto de mi vida y encima arruinarme”.