El pecado original puede rebuscarse en la definifición de fronteras que Francia hizo en sus colonias del Norte de África a principios del siglo XX. También en las diferencias políticas, religiosas e incluso culturales que siempre han existido entre las dos grandes potencias regionales en el Magreb. O simplemente se puede dirigir la mirada hacia el odio/miedo/respeto que se siente por el vecino.
La relación entre Marruecos y Argelia nunca ha sido fácil y el Sáhara Occidental, la excolonia española, está en el centro de sus disputas. Esto convierte su relación en la clave fundamental para que el Frente Polisario acabe envuelto (o no) en una guerra abierta con el reino de Mohamed VI. Desde luego, mucho más importante que lo que la influencia de España pueda parecer hoy día.
No hace falta remontarse al protectorado francés -terminó en 1956- para conocer los motivos de la desconfianza mutua entre Marruecos y Argelia. Aquellas primeras fronteras impuestas para dos países recién nacidos estaban condenadas a sufrir modificaciones, no sin años de enfrentamientos. Las poblaciones de Tinduf y Bechar fueron el gran objeto del desencuentro. Marruecos las reclamaba para sí, Argelia las consideraba propias.
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