El Gobierno de España lanzó hace algunas semanas una aplicación de rastreo para luchar contra la pandemia de coronavirus denominada Radar COVID. Esta herramienta, una vez instalada en el dispositivo del usuario, registra los contactos que ha mantenido el dueño del teléfono con otras personas que también la hayan descargado. Así, explicaba el Ejecutivo, se facilita la labor de los rastreadores humanos y se ayuda a prevenir la expansión del virus.
Sin embargo, la utilidad sanitaria que pueda tener Radar COVID ha entrado en conflicto con las dudas sobre la protección de los datos de sus usuarios, ya que desarrolladores informáticos y hackers éticos han señalado que no se puede comprobar que salvaguarde la información personal al no estar su código abierto.
El debate entre seguridad y privacidad no es nuevo, y suele ser especialmente vivo en tiempos de crisis como el que vivimos. Para Sandro Camilleri, CEO de la compañía de sistemas de seguridad electrónicos Matica Technologies, esta controversia “a menudo se aborda de manera instrumental, sin tener en cuenta que el sacrificio de una pequeña parte de la privacidad no se realiza en nombre del control, sino única y exclusivamente en el de la libertad y la seguridad. La protección de los datos personales es un valor absoluto, pero debemos ser conscientes de que la vida es un bien supremo”.
Para Camilleri, los Estados tienen el derecho de conocer los datos personales para garantizar el bien común, siempre que los gobiernos y las entidades encargadas de almacenarlos y usarlos tengan las herramientas adecuadas para protegerlos y garantizar que se utilicen únicamente cuando sean necesarios. Y que la legislación prevea severas sanciones contra posibles abusos.
Como CEO de Matica Technologies, una compañía líder en el procesamiento e impresión de documentos de identificación para sistemas de seguridad, Sandro Camilleri conoce bien los instrumentos que utiliza el Estado para almacenar los datos de sus ciudadanos.
Por ello, asegura que “los datos contenidos en los chips de los documentos gubernamentales como los que fabricamos nosotros tienen información mucho menos detallada de la que los ciudadanos comparten de forma pública en redes sociales”.
Privacidad en momentos de crisis
Asimismo, Sandro Camilleri subraya que es mucho mejor que los Estados se doten de herramientas mínimamente invasivas, pero eficaces, que gestionen información de sus ciudadanos para controlar situaciones potencialmente peligrosas en momentos de calma. Ya que los grandes traumas colectivos pueden llevar a cesiones de la privacidad bajo los efectos del shock mucho más peligrosas.
“Si mañana ocurriese un evento trágico como el 11 de septiembre, en la ola de emociones que suscitaría se podría persuadir con mayor facilidad a la opinión pública para que ceda más libertades y privacidad”, explica.
Por eso, señala que “si queremos un mundo libre, basado en el intercambio entre diferentes culturas, la condición fundamental es la seguridad, y la seguridad comienza, inexcusablemente, con la identificación”.