En Santa Cruz de Tenerife, una ciudad que se enfrenta a la dura realidad de contar con entre 30.000 y 35.000 personas en situación de vulnerabilidad social, según datos del Instituto Municipal de Atención Social (IMAS), el debate sobre las prioridades municipales vuelve a encenderse.
Mientras que las unidades de Trabajo Social del IMAS han atendido este año a 14.012 personas —en su mayoría mujeres y familias que dependen de recursos mínimos para subsistir—, el Ayuntamiento capitalino destina un millón de euros al alumbrado navideño. La decisión, justificada como un impulso al espíritu festivo y la dinamización económica, ha suscitado críticas en una ciudad donde la desigualdad y las necesidades sociales marcan el día a día de miles de ciudadanos.
El alumbrado navideño, que este año contará con dos millones y medio de bombillas, será inaugurado en la plaza de la Candelaria, un cambio estratégico que, según el concejal de Servicios Públicos, Carlos Tarife, busca «marcar un antes y un después» en la celebración. Tarife asegura que este traslado dará mayor visibilidad al evento, tradicionalmente celebrado en la plaza del Príncipe, y que congrega a miles de residentes y visitantes. Sin embargo, este despliegue de luz y color contrasta con la penumbra que envuelve a las familias que apenas logran llegar a fin de mes en Santa Cruz de Tenerife.
El gasto destinado a las celebraciones navideñas ha despertado una oleada de críticas entre organizaciones sociales y ciudadanos que consideran desproporcionado destinar semejante cifra en iluminación mientras tantas personas en Santa Cruz de Tenerife siguen dependiendo de ayudas municipales para cubrir necesidades básicas.
El millón de euros invertido en alumbrado se percibe como un lujo innecesario en un contexto donde la emergencia social debería ser prioritaria. A lo largo de 2023, el IMAS ha gestionado cientos de solicitudes de apoyo en alimentación, alquiler y suministros, reflejando una realidad que no se apaga cuando llegan las festividades.
En barrios como Ofra, Añaza o La Salud, donde la exclusión social tiene un impacto más visible, muchas familias observan cómo el Ayuntamiento despliega recursos para iluminar el centro de Santa Cruz de Tenerife mientras ellas luchan por acceder a servicios básicos. Desde organizaciones vecinales y plataformas ciudadanas se ha señalado que el gasto en alumbrado podría haberse destinado a reforzar los programas de apoyo del IMAS o a implementar iniciativas para la inclusión laboral y social de quienes más lo necesitan.
Una decisión que cuestiona la cordura al concejal de turno del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife
La desigualdad en Santa Cruz de Tenerife se hace palpable no solo en las cifras, sino en la vida diaria de miles de personas. El informe más reciente del IMAS destaca que, de las más de 14.000 personas atendidas, la mayoría pertenece a núcleos familiares que dependen de ingresos insuficientes para cubrir las necesidades de sus miembros.
Mientras tanto, el Ayuntamiento defiende el gasto en alumbrado como una inversión en la economía local, argumentando que las festividades atraen a turistas y generan actividad comercial. Sin embargo, las familias más afectadas por la exclusión social rara vez perciben beneficios tangibles de estas iniciativas, quedando al margen de un sistema que les da la espalda.
El encendido navideño, programado para el 21 de noviembre en la plaza de la Candelaria, promete ser un espectáculo de luz y color que simboliza la llegada de la Navidad en Santa Cruz de Tenerife. Según el Ayuntamiento, la celebración busca consolidar la ciudad como un referente en eventos festivos, fomentando el comercio y la hostelería locales. Sin embargo, para muchos, la magia de las luces contrasta con la oscuridad de una realidad económica que afecta a miles de hogares.
Los críticos han señalado que el Ayuntamiento debería adoptar una visión más equilibrada en la gestión de sus recursos, priorizando el bienestar social sobre los aspectos estéticos y turísticos. Santa Cruz de Tenerife, como capital, tiene una responsabilidad no solo con quienes visitan la ciudad, sino también con quienes viven en ella y enfrentan dificultades económicas diarias. En este contexto, el gasto en alumbrado navideño se percibe como una desconexión entre las decisiones políticas y las necesidades reales de la población.
Desde el Consistorio, los defensores del alumbrado argumentan que las fiestas contribuyen a reforzar el sentimiento de comunidad y ofrecen un respiro emocional en tiempos difíciles. No obstante, este enfoque ha sido tachado de insuficiente para abordar la complejidad de la exclusión social en Santa Cruz de Tenerife. Mientras el centro de la ciudad brilla con millones de luces, los barrios periféricos siguen enfrentando carencias estructurales que afectan a generaciones enteras.
La cuestión de fondo en Santa Cruz de Tenerife no es simplemente cuánto se gasta en el alumbrado navideño, sino qué mensaje envía esta inversión en un contexto de desigualdad creciente. Aunque las luces pueden atraer visitantes y dinamizar ciertas áreas, no iluminan las realidades de aquellos que permanecen en la sombra de la pobreza. Para muchos, la Navidad debería ser un momento de solidaridad, y esa solidaridad debería empezar por quienes toman las decisiones sobre cómo se emplean los recursos públicos.
La apuesta del Ayuntamiento por un alumbrado navideño de alta visibilidad se enfrenta a una creciente percepción de desigualdad en Santa Cruz de Tenerife. La celebración de las fiestas en una ciudad con más de 30.000 personas en riesgo de exclusión social plantea preguntas sobre las prioridades políticas y el compromiso con los sectores más vulnerables de la población. Entre luces y sombras, Santa Cruz de Tenerife busca su camino hacia una gestión más inclusiva y equitativa, aunque por ahora, las luces parecen brillar más que las soluciones.