Para la OMS no hay evidencias concretas sobre cómo se originó el coronavirus, y cada vez son más las voces que piden una investigación a fondo e independiente que dé cuentas sobre este tema. China, mientras tanto, hace todo lo posible para entorpecer cualquier intento de búsqueda de la verdad. Y en la capital de EEUU tiene sus ojos puestos en el asunto. Recientemente, un informe de inteligencia de EEUU afirma que tres investigadores del Instituto de Virología de Wuhan se enfermaron en noviembre de 2019 y tuvieron que recibir atención hospitalaria. Esta información va en sintonía con los expertos que denuncian que el virus escapó del laboratorio en la ciudad china.
Según el informe oficial, en 2019 varios científicos del laboratorio de Wuhan se enfermaron “con síntomas consistentes tanto con COVID-19 como con enfermedades estacionales comunes“.
La revelación de este episodio se da en vísperas de la 74.º Asamblea Mundial de la Salud (AMS, que se llevará a cabo del 24 de mayo al 1 de junio), organizada por la OMS, en la que se discutirá, entre otros temas, sobre la necesidad de iniciar una nueva investigación sobre el origen del coronavirus.
La nueva revelación por parte de la inteligencia estadounidense aporta un dato clave: noviembre de 2019. Esa fecha es importante porque para el momento en el que los científicos del laboratorio de Wuhan enfermaron con síntomas similares al coronavirus, también para esos días se presentaron los primeros casos de COVID-19 en la ciudad china. Beijing reportó el primer caso de una persona enferma el 8 de diciembre de 2019.
China se ha mostrado reacia a compartir esta información que permita a los expertos indagar mejor y saber de verdad cómo se originó esta pandemia que ha matado a casi tres millones y medio de personas en el mundo. Por ejemplo, Beijing no proporcionó los datos en bruto ni los registros del laboratorio de Wuhan sobre la extensa investigación que llevaron a cabo sobre el coronavirus en murciélagos, informó The Wall Street Journal.
Martin Makary, prestigioso médico, académico y profesor de la Universidad Johns Hopkins en EEUU, aseguró que es muy claro para él que el COVID-19 escapó de un laboratorio en Wuhan.