La temporada de huracanes en el Atlántico norte –que comenzará este miércoles, 1 de junio, y terminará el 30 de noviembre–, tendrá «con una alta probabilidad» más ciclones y serán más intensos, según ha explicado a Europa Press el portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), Rubén del Campo, que apunta la coincidencia de esta situación con el último informe de los expertos de cambio climático (IPCC) de la ONU, que constata que en los últimos cuarenta años ha aumentado el número de huracanes de mayor categoría.
Del Campo ha indicado que la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos da una alta probabilidad, de un 65 por ciento, a que esta temporada de 2022 será más intensa de lo normal frente a un 10 por ciento de probabilidades de que tenga menos ciclones respecto a los valores normales.
Esto supone, según destaca el portavoz de la AEMET que de cumplirse este pronóstico esta sería la séptima temporada consecutiva más intensa de lo normal, ya que el promedio entre junio y noviembre son 14 ciclones «con nombre» y la NOAA espera en este 2022 entre 14 y 21 ciclones, lo que supondría «acabar con la lista de nombres por tercer año consecutivo.
Los ciclones se bautizan de acuerdo con una lista de 21 nombres que cambia cada año y que es rotatoria, de forma que existen seis listas distintas que se repiten cada seis años. En este caso, el listado de nombres es similar al de 2016.
Además, la predicción del servicio meteorológico especializado en este fenómeno en el Atlántico espera entre 14 y 21 ciclones de los que entre 6 y 10 llegarán a ser huracanes, cuando la cifra normal son seis y, de estos, entre 3 y 6 pueden llegar a ser grandes huracanes (de categorías III, IV o V, es decir con vientos sostenidos de más de 180 kilómetros por hora) frente a un valor normal de 3 ‘mayor hurricanes’ (en inglés). Esto supondría casi duplicar las cifras habituales de huracanes intensos.
En ese contexto, Del Campo expone que el episodio de fenómeno meteorológico de ‘La Niña’ podría mantenerse los próximos meses y contribuir así a un enfriamiento de las aguas superficiales del Pacífico oriental y ecuatorial, lo que repercute en la atmósfera y «favorece las condiciones atmosféricas» que permiten que el huracán tenga su simetría, es decir un ojo central y espirales de nubes. «Aunque es un fenómeno que se produce en otro océano, sus repercusiones se notan también en el Atlántico», comenta.
Asimismo, atribuye el pronóstico de la temporada a que se prevén temperaturas superiores a las normales en la superficie del mar Caribe y del Atlántico y ese calor en el agua «es combustible» porque a mayor temperatura hay más evaporación a la atmósfera, que libera el calor «necesario» para la formación de huracanes.
En tercer lugar, apunta a los vientos del nordeste alisios, que llegan de latitudes subtropicales al Ecuador y que este año serán más flojos y, por último, se espera un monzón africano «más intenso». Ese monzón es viento que va del atlántico al interior del continente y favorece la formación de tormentas que luego pueden ser el germen de huracanes.
Por otro lado, Del Campo recuerda que en 2021 se registraron 21 ciclones tropicales en el Atlántico norte, de los que siete fueron huracanes y de ellos, cuatro llegaron a alcanzar categorías III, IV o V. Se trató así, del segundo año consecutivo en el que la temporada de huracanes acabó la lista de nombres y fue «la primera vez en la historia que durante dos años consecutivos se termina con él». Este año, el listado rotatorio que cambia cada seis años, comenzará por ‘Alex’.
Igualmente, expone que otra curiosidad en la ‘gestión’ de los huracanes pasa porque se elimina de estas listas de nombres a aquellos que provocan mayores daños y devastación, algo que en 2021 sucedió con ‘Ida’, que llegó a categoría IV y provocó una catástrofe en el sur de Luisiana por los vientos y las inundaciones debidas a la marea ciclónica. Ida posteriormente se convirtió en ciclón extratropical y dejó los días siguientes abundantes precipitaciones e inundaciones en el noreste de Estados Unidos; se cobró 55 vidas y unos 75.000 millones de dólares en daños. Estas razones han llevado a suprimir a Ida y sustituirlo en el futuro por Ian.
Otra curiosidad de la temporada de 2021 fue el hecho de que se ha decidido cambiar el listado de letras griegas, que se usa cuando se acaba la lista ‘normal’ porque puede generar confusión, por lo que se ha creado una nueva lista de nombres alternativos.
INCREMENTO POR EL CAMBIO CLIMÁTICO
La tendencia en materia de huracanes en los últimos años, según explica el portavoz de la AEMET, coincide con las conclusiones que señala el VI Informe del Panel de Expertos de Cambio Climático de la ONU (IPCC, por sus siglas en inglés) que apunta que «es posible» que el cambio climático haya incrementado el número de ciclones tropicales de gran categoría (III, IV y V) en los últimos 40 años.
«El cambio climático ya ha incrementado los huracanes de gran categoría, pero no hay una tendencia clara y no parece que se haya incrementado el número de ciclones tropicales en su conjunto, sino solo los de mayor categoría», precisa.
En todo caso, Del Campo ve «posible» que los ciclones tropicales y huracanes se desplazarán «más lentamente» por que el propio ciclón se desplaza más lento, lo que aumenta su capacidad de generar daños al permanecer en la zona más tiempo y dejar vientos más intensos y precipitaciones persistentes y torrenciales, que se observan también «más intensas».
En definitiva, el portavoz de la AEMET explica que en los últimos ejercicios se observa que los huracanes son «más intensos, van más lentos y dejan más lluvia».
TEMPORADA EN EL PACÍFICO
En todo caso, en esta temporada aún no se ha registrado ciclón alguno en el Atlántico norte a diferencia de en el océano Pacífico, donde antes del 1 de junio, el pasado sábado, 28 de mayo, se formó el ciclón tropical ‘Agatha’, que llegó a categoría II y «a punto» estuvo de llegar a categoría III puesto que registró vientos sostenidos de 175 kilómetros por hora.
No obstante, ‘Agatha’ tocó tierra en Oaxaca (México) y, de ahí, el mayor daño puede ser de corrimientos de tierra y de precipitaciones muy intensas e incluso inundaciones en el sur de México, Guatemala, Belice, Cuba, islas Caimán e incluso Florida (Estados Unidos).
Por último, Del Campo destaca que aunque en el Pacífico oriental la temporada se inicia igualmente el 1 de junio, «normalmente» el primer ciclón no aparece hasta el 10 de junio, por lo que se ha adelantado unas dos semanas, mientras que el primer huracán «suele» aparecer el 26 de junio. «Agata supone prácticamente un mes de adelanto respecto al calendario habitual. La temporada en el Pacífico ha empezado antes y con más fuerza», ha concluido.