La visita al dentista es uno de esos momentos que no a todo el mundo entusiasma, pero que no deja de ser necesario para mantener una higiene bucodental óptima y prevenir las enfermedades que puedan aparecer en esta zona. Pero no sólo los adultos deben ser usuarios del dentista, sino también los más pequeños. De hecho, una de las obligaciones que todo padre debería asumir sobre sus hijos es llevarlos con una regularidad de al menos 6 meses a un dentista de confianza para las revisiones pertinentes, ya que es en esas edades cuando las dentaduras son aún débiles y delicadas, incluso en los casos en que ya han aparecido los dientes permanentes.
Aunque quizá es una información desconocida por un sector de la población, la salud bucodental de un niño debe empezar a mantenerse desde los primeros meses del nacimiento. Si es necesario, también con esta corta edad se puede acudir a nuestro dentista de siempre, como el Dr. Javier Ortiz de Urbina Hidalgo, director médico de Clínica Dental Urbina, que nos ayudará a tomar los hábitos más saludables para nuestro pequeño. Mientras tanto, a continuación hablaremos sobre algunos aspectos interesantes para que nuestro hijo tenga una boca sana desde su nacimiento.
¿Cómo cuidamos los dientes de nuestro bebé?
Quizá nunca nos hayamos parado a pensar que un bebé necesita también cuidados dentales, pero lo cierto es que sí. De hecho, antes incluso de que comiencen a salir los primeros dientes ya deberíamos cuidar las encías del pequeño para favorecer que la salida de la dentadura sea correcta. Para ello, es suficiente con coger una gasa limpia, humedecerla y pasarla por las encías aplicando una ligera presión. Con ello eliminaremos los restos de comida que se hayan quedado en ellas, especialmente los de azúcar, que son los principales responsables de la aparición de las caries. Si acaso nuestro bebé ya ha echado uno o varios dientes, podemos lavar su dentadura con el mismo método o comprando en una farmacia un cepillo para recién nacidos, que son suaves y no dañan ni sus encías ni las propias piezas dentales, que aún serán muy delicadas.
Algo que también debemos hacer para mantener la salud bucal del bebé es eliminar el hábito de empapar su chupete en zumo, miel o leche de forma habitual. Lo que puntualmente puede ser un pequeño aliciente para la criatura, puede convertirse en un aliado de sus encías debido al contenido de azúcar. Igualmente, cuando se eche a dormir, el biberón deberemos cargarlo siempre con agua y evitar la leche, ya que durante el sueño es cuando más proliferan las bacterias que convierten el azúcar en ácido. Además, el agua estimulará la segregación de saliva, que también actúa como limpiador natural de las encías y dientes.
¿Cuándo empiezan las visitas al dentista?
La visita al dentista es una de las partes fundamentales de los buenos hábitos preventivos de enfermedades bucodentales en niños, por lo que no debemos dejarla pasar. De manera general, la recomendación es comenzar con estas revisiones cuando el niño alcanza los cuatro años y medio, aproximadamente, ya que su primera dentadura estará bien formada y completa y su alimentación ya se asemejará bastante a la de un adulto. Sin embargo, esta recomendación no es óbice para que llevemos a nuestros hijos a un especialista antes de esa edad; de hecho, apenas le hayan salido todos los dientes a nuestro bebé, ya podemos hacerle su primera revisión a modo de confirmación de que todo está correcto y como consulta de los cuidados que podemos aplicarles a sus recién salidas dentaduras.
Hora del cepillado
Como decíamos, el cepillado puede comenzar desde la aparición de las primeras piezas siempre y cuando tengamos a mano cepillos especiales. Conforme los niños crecen, sus dientes irán tomando más fortaleza, pero no por ello debemos cepillarlos con los modelos para adultos, ya que dañaremos su esmalte. Hacerse de un cepillo especial para niños es lo más aconsejable, así como ayudarlos en su limpieza y supervisarla al menos hasta que cumplan los 7 u 8 años. De otro modo, es posible que su lavado sea ineficaz al no llegar a las zonas más escondidas o por malos usos del propio cepillo. Tampoco debemos pasar por alto el tipo de pasta que usarán nuestros hijos, ya que la cantidad de flúor que contienen las especiales de adultos es superior a la especial para niños, por lo que podría dañar el esmalte de sus dientes y dejar las piezas sin protección.
En cuanto a las repeticiones, desde pequeños debemos acostumbrar a nuestros hijos a lavarse los dientes tras levantarse, tras almorzar y antes de acostarse. Especialmente el lavado antes de dormir es importante debido al aumento de la actividad de las bacterias y microorganismos durante las horas de la noche.