El Telescopio Espacial James Webb, el último y más sofisticado observatorio espacial, ha transmitido nuevas imágenes que han dejado a la comunidad astronómica boquiabierta. En las vívidas tomas de la Nebulosa de Orión, una de las más luminosas y fácilmente distinguibles formaciones del cosmos, se han identificado singulares pares de objetos con características similares a las de los planetas. Estos objetos nunca antes habían sido detectados y plantean interrogantes intrigantes sobre nuestras teorías actuales de formación estelar y planetaria.
La Nebulosa de Orión es una imponente nube de gas y polvo, situada a una distancia de 1.300 años luz de nuestro planeta. Este majestuoso rincón del universo ha sido fuente de curiosidad y asombro para los astrónomos, revelando desde discos que se asemejan a cunas de planetas incipientes alrededor de estrellas recién nacidas hasta enanas marrones, esos objetos celestes que, por no alcanzar la masa suficiente, no pueden encender la chispa de la fusión nuclear en sus corazones.
Al usar la sofisticada cámara de infrarrojo cercano, NIRCam, del Webb, los astrónomos Samuel G. Pearson y Mark J. McCaughrean exploraron la Nebulosa con una precisión sin igual, acercando su atención al Cúmulo del Trapecio. Este rincón, una guardería estelar de unos 1 millón de años, desborda de nuevas estrellas. Sin embargo, no son solo estrellas lo que estos astrónomos descubrieron en sus inspecciones.
El Telescopio Espacial James Webb
Mientras buscaban objetos celestes de baja masa, hallaron una sorpresa: pares de objetos con masas que oscilan entre 0,6 y 13 veces la masa de Júpiter. Estos curiosos dúos fueron bautizados como Objetos Binarios de Masa de Júpiter o JuMBO. Pese a tener masas que en algunos casos superan la de nuestro propio gigante gaseoso, su tamaño es solo marginalmente mayor.
Pearson y McCaughrean contabilizaron hasta 40 pares de estos JuMBO descubiertos por el Telescopio Espacial James Webb, además de dos sistemas triples. Aunque estos objetos están apareados, sorprendentemente están separados por enormes distancias, casi 200 veces la que existe entre la Tierra y el Sol. Eso implica que podrían tardar entre 20,000 y 80,000 años terrestres en completar una sola órbita mutua.
Los investigadores se mostraron fascinados con estos objetos, especialmente al considerar que todavía son muy jóvenes, con alrededor de 1 millón de años. Al compararlos con la edad de nuestro sistema solar, son meros recién nacidos. Y aunque son jóvenes, emanan un calor considerable, con temperaturas que fluctúan entre 1.000 y 2.300 grados Fahrenheit.
Lo intrigante de estos hallazgos es que no encajan con las teorías convencionales sobre la formación de estrellas y planetas. ¿Son acaso planetas errantes? ¿O quizá objetos de masa planetaria que han sido expulsados de sus sistemas originales? Pero la presencia de estos dúos y tríos plantea el misterio de cómo podrían haber sido expulsados juntos y seguir unidos gravitacionalmente.
La ciencia y la Nebulosa de Orión
La Nebulosa de Orión ha sido siempre una joya para los observadores del cielo. Y conforme la tecnología avanza, nos descubre más secretos escondidos en sus profundidades. Los JuMBO representan uno de esos secretos, y su descubrimiento nos recuerda que aún queda mucho por aprender.
Pearson dejó en claro que esta sorpresa ha sido tan inesperada que, sin duda, requerirá de nuevas observaciones y modelados en el futuro para intentar desentrañar el misterio. Las futuras observaciones programadas para 2024 podrían arrojar más luz sobre este asombroso descubrimiento y quizás, solo quizás, el universo esté listo para revelarnos aún más maravillas.