Marly trata de convertir cada vis a vis a los que tiene derecho su hija en una especie de día de picnic para que se olvide momentáneamente de su dura rutina en la cárcel murciana de Campos del Río. “En el Economato de la prisión siempre compro unos sándwiches, patatas, aceitunas, zumos de melocotón y de piña y nos lo tomamos todo sentadas en el suelo como si estuviésemos de picnic”, detalla esta mujer brasileña, de 46 años, cuya vida se ha convertido en un infierno desde que el 14 de julio de 2018 su hija pequeña presuntamente mató a su hermano mayor durante una discusión por una partida de póker. “No hay palabras para definir cómo me siento”, sentencia con un nudo en la garganta.
Marly ha roto su silencio atendiendo a EL ESPAÑOL porque su abogado ha presentado un recurso de apelación ante la Audiencia Provincial de Murcia solicitando que su hija, Hagatha, de 19 años, quede en libertad condicional mientras se fija la vista oral en la que se enfrentará a un jurado popular por el homicidio de su hermano, Wellington, de 26 años. “Estoy luchando por Hagatha porque es lo último que me queda en la vida”. No habla en vano Marly porque la única familia que tiene en España es su hermana, Mar Lucía, sus tres sobrinas y su hija a la que solo puede ver los fines de semana.
“Mi hijo está enterrado en el cementerio, mi hija en la cárcel y desde entonces yo estoy condenada a vivir en soledad”. La reflexión de esta madre es tan brutal como el dolor que padece a diario por la forma en la que ha perdido a sus dos hijos, pero se niega a dejar de pelear legalmente por pasar tiempo junto a Hagatha en libertad, antes del juicio que previsiblemente se celebrará en la primavera de 2020. “No puedo hundirme porque mi niña me necesita y me gustaría estar con ella para que pueda sentirse segura para luchar por su defensa porque lo que ocurrió fue un accidente: no hay un día de mi vida que no eche de menos a mis dos hijos”. Ese sentimiento lo conoce de sobra esta mujer porque hace 13 años y medio ya lo sufrió de otra manera cuando hizo la maleta para marcharse de Brasil con el objetivo de labrarse un futuro laboral en España que le permitiera mantener a sus dos niños.
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