La historia es un ente en constante evolución, y cada nueva pincelada que se añade al lienzo de nuestro conocimiento sobre el pasado no hace más que enriquecer nuestra comprensión. En esta ocasión, un monumento que ha sido el foco de fascinación y misterio durante siglos, Stonehenge, se encuentra en el centro de un intrigante descubrimiento.
Stonehenge, esas majestuosas piedras que se erigen en la llanura de Salisbury, ha sido durante mucho tiempo un testimonio del ingenio y la perseverancia de nuestros antepasados. Esta maravilla, que se cree que tiene 5.000 años, ha sido construida por generaciones a lo largo de los siglos. Pero un nuevo análisis nos recuerda cuán poco sabemos realmente sobre sus orígenes.
Gran parte del misterio ha girado en torno a las piedras azules que componen Stonehenge. Estas piedras, hasta ahora, se creía que provenían del área de Mynydd Preseli en Gales, pero la Piedra del Altar, una de las más grandes, está desafiando esta noción preconcebida.
Un nuevo análisis revela que la Piedra del Altar de Stonehenge en realidad no fue traída desde Gales
En un informe recientemente publicado en el Journal of Archaeological Science, se ha destapado que la mineralogía de la Piedra del Altar difiere notablemente de las rocas comúnmente encontradas en Mynydd Preseli. Utilizando técnicas avanzadas, como la fluorescencia de rayos X y la espectroscopía Raman, se ha descubierto que esta piedra en particular tiene altas concentraciones de barita, un mineral que se diferencia notablemente de las areniscas rojas antiguas que se creía componían todas las piedras azules.
El informe decía: «Ahora parece cada vez más probable que la Piedra del Altar no se derivara de la ORS de la cuenca anglo-galesa y, por lo tanto, es hora de ampliar nuestros horizontes, tanto geográfica como estratigráficamente hacia el norte de Gran Bretaña y también de considerar la región continental». areniscas de una edad más joven. No hay duda de que considerar la Piedra del Altar como una «piedra azul» ha influido en el pensamiento con respecto a la visión mantenida desde hace mucho tiempo de una fuente en Gales.
Lo más intrigante es que, tras investigaciones adicionales, se identificaron depósitos de arenisca con composición mineral similar en regiones tan lejanas como Cumbria, y las islas escocesas de Orkney y Shetland. Esto lanza un guante al pensamiento establecido de que todas las piedras azules provenían de una única región en Gales.
De hecho, el informe es audaz al proponer que la Piedra del Altar debería ser «desclasificada» como piedra azul, poniendo en tela de juicio la creencia anteriormente sostenida sobre su origen galés.
Stonehenge sigue siendo un gran misterio para la ciencia
Este revelador hallazgo también podría indicar que las regiones del norte de Inglaterra y Escocia, que ya cuentan con sus propios monumentos neolíticos, podrían haber compartido más conexiones con Stonehenge de lo que se pensaba anteriormente. Esto plantea la posibilidad de que la Piedra del Altar fue transportada a Stonehenge mucho después de que las otras piedras azules fueran colocadas, aproximadamente en el 2500 a.C.
A medida que se hacen estos descubrimientos, se nos recuerda la importancia de mantener la mente abierta y ser conscientes de que, a pesar de los avances tecnológicos y científicos, aún nos queda mucho por aprender sobre el pasado. Si bien ahora tenemos una idea más clara sobre la verdadera procedencia de la Piedra del Altar, todavía quedan muchas más incógnitas sobre este emblemático monumento que esperan ser desveladas como el acceso al más allá según algunos científicos. El origen exacto de la Piedra del Altar sigue siendo un enigma, una invitación a seguir explorando, investigando y descubriendo. Stonehenge, con su mística y magia intactas, nos recuerda que la historia es un libro en constante escritura, y cada página que añadimos solo aumenta nuestro deseo de entender mejor el legado de nuestros ancestros.