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Máximo Huerta: “Escribo sobre una mujer que viene del dolor familiar y del desengaño amoroso; de alguien que necesita olvidar para renacer”

El escritor y periodista valenciano presenta el viernes en Ravelo, en El Sauzal, su nueva novela: 'París despertaba tarde'
Máximo Huerta se reencuentra en 'París despertaba tarde' con personajes de la novela que publicó en 2012. / Javier Ocaña

Máximo Huerta (Utiel, Valencia, 1971) ha vuelto a París. Pero, siendo la misma, no a la ciudad que este verano albergará los Juegos Olímpicos, sino a otra. La que hace ahora un siglo también celebró unas olimpiadas. El escritor y periodista valenciano ha publicado la novela París despertaba tarde (Planeta, 2024). Y en este viaje literario en el tiempo por la capital de Francia se ha reencontrado con Alice Humbert -y también con la cantante, modelo y actriz Kiki Montparnasse [Alice Ernestine Prin (1901-1953)]-, a quien nos presentó, hace ahora 12 años, en Una tienda en París.

De vuelta a ese mundo de entreguerras y a la ciudad en la que se vivió una época “deslumbrante, ingeniosa, insolente y llena de creatividad”, el autor se entretiene en narrarnos el espíritu de esos años, pero también se detiene en la vida de ese personaje que, como tantas personas, se afana por construir su propia existencia, por mucho que la realidad quiera imponérsela. El próximo viernes, a partir de las 20.00 horas, el escritor presentará su nueva obra en Tenerife, en el Centro Cultural de Ravelo, en El Sauzal. Antes de esta cita, que organiza la librería El Barco de Papel, DIARIO DE AVISOS ha tenido la oportunidad de entrevistarlo.

-En ‘París despertaba tarde’ retoma el relato que mostró en ‘Una tienda en París’. ¿Cuándo surge esa idea de volver a explorar la vida de Alice Humbert y de Kiki Montparnasse? ¿Fueron ellas, de alguna manera, las que le reclamaron que continuase contando su historia?
“Quería recuperar a las protagonistas de esa novela. Deseaba volver a darles vida y meterme de lleno en el año en el que la ciudad acogió los Juegos Olímpicos [París 1924]. Entonces descubrí la imagen de dos falleras reproducida en un mosaico junto al altar del Sagrado Corazón [Basilique du Sacré-Coeur de Montmartre] y me dije que esa era la incógnita perfecta para volver a París”.

“Los años 20 del pasado siglo fueron en París deslumbrantes, ingeniosos, insolentes y llenos de creatividad”

-¿Y cómo ha sido este reencuentro literario más de 10 años después de esa novela? ¿Ha cambiado de forma sustancial la mirada del escritor?
“Sí, desde luego. En todo este tiempo he cambiado yo y mi forma de trabajar; he sumado años y he sumado libros. Además, también he sumado tranquilidad, la tranquilidad necesaria para enfrentarme a una nueva novela como esta”.

-¿Qué diría que predomina en ella? ¿Es más una narración sobre el amor, sobre la amistad o, en definitiva, acerca de la necesidad de seguir adelante, pese al dolor y las dificultades que supone estar vivo?
“Es una novela de amor y un relato histórico: una novela de época con una gran historia de amor. Además, creo que es muy fiel a la Historia, muy didáctica, en el sentido de que propone un viaje en el tiempo y para ello he tenido que desarrollar un profundo trabajo de ambientación”.

-‘París despertaba tarde’ está narrada en primera persona. ¿Tuvo claro siempre que el lector debía escuchar sin intermediarios la voz de la protagonista?
“Sí, porque considero que ese recurso te permite conectar mucho más con quien te está leyendo. Escuchas con más atención una historia cuando te la cuentan en primera persona. Hay una complicidad más rotunda con el lector y este, a su vez, la tiene con el personaje literario. De manera que desde un principio quise establecer ese vínculo con los lectores a partir de una narración que les habla directamente en primera persona, sin ningún filtro”.

“Cuando empiezo a escribir una novela siempre necesito saber dónde quiero ir, para así disfrutar del viaje”

-¿Y por qué París? ¿Qué le evoca y de qué manera le sirve la capital de Francia?
“París es muy inspiradora. Es una ciudad que evoca mucho. Los años 20 de hace un siglo fueron allí deslumbrantes, ingeniosos, insolentes y llenos de creatividad. El eco de esa época seguimos escuchándolo cien años después. Continuamos percibiendo la magia de la ciudad y de quienes vivieron en ese tiempo. Todavía nos llega el ruido de aquellos días”.

-Ubica su novela entre las dos guerras mundiales. Los personajes imaginarios se combinan con los históricos. ¿Fue complejo el proceso de documentación?
“Más que complejo, ha sido magnífico, divertido, jugoso. Me lo he pasado muy bien. Trabajar en París despertaba tarde ha sido un placer. Llegó a convertirse en una obsesión investigar acerca de los años 20: resultó muy gratificante buscar fotografías, periódicos, artistas, perfumes, tabaco, ropa…, todo lo relacionado con esa época”.

-¿Cómo es Alice Humbert? ¿Qué es lo que busca y qué es lo que encuentra?
“Es una mujer que representa a muchas otras mujeres que vivieron los años 20 en París. Mujeres modelos que fueron utilizadas por tantos artistas. Una mujer que viene del dolor familiar, del desengaño amoroso y que, sobre todo, necesita olvidar para renacer”.

-Usted es escritor y periodista. ¿Son caminos que discurren paralelos o más bien hablan de una misma vocación y no dejan de entrecruzarse?
“Al final, estamos jugando con las palabras. Muchos escritores han sido antes periodistas. Larra, Delibes, García Márquez, Vargas Llosa…, por decir algunos nombres que todo el mundo conoce. Trabajamos con la palabra y es raro el periodista que en algún momento no haya tenido interés, intención o soñado con escribir una novela. Son trabajos no tan diferentes, porque utilizamos la mismas armas: las palabras. Solo que en el periodismo vas con prisas y en la literatura sueles ir con más calma”.

“Al ver en la basílica de Montmartre un mosaico con dos falleras, me dije que era la incógnita perfecta para volver a París”

-¿Cómo desarrolla su labor creativa? ¿Ese camino que va de A a B es fruto de una meticulosa planificación o, en cambio, cuando comienza a escribir no sabe muy bien a dónde le conducirá ese ejercicio?
“Siempre necesito conocer el lugar al que quiero ir, igual que cuando voy en el coche tengo que saber a dónde llegaré para disfrutar del viaje. Arrancar una novela ignorando cómo va a acabar no lo he hecho nunca y no sé si sabría hacerlo. Seguramente, me perdería. Trabajo con una idea, con una obsesión, o a lo mejor con una epifanía que me viene a la cabeza y me ilusiona… A partir de esa ilusión, me pongo a trabajar, a buscar otras ideas, a ambientar, a pensar en personajes y a organizar un argumento. Es en ese punto cuando ya comienzo a dejarme llevar”.

-¿Se toma un tiempo entre la escritura de un texto y el siguiente? ¿Necesita tomarse una pausa entre cada novela por la profunda implicación que le exigen?
“Mientras escribo, surgen muchas ideas que a lo mejor no tienen mucho que ver con la historia que estoy contando en ese momento. Las apunto en el móvil y en libretas, en los márgenes de libros de otros autores… Luego, con el paso del tiempo, va cuajando esa a la que has ido dándole más vueltas, la que te obsesiona más o te ilusiona más. En suma, hay muchas ideas, pero pocas florecen. También existe mucho de azar en todo esto, en la creatividad”.

-¿Qué sensación experimenta cuando contempla su obra, cuando mira hacia atrás y revisita una novela escrita hace ya algún tiempo?
“Simplemente, no las releo. Si volviese a ellas, estoy convencido de que llegaría a la conclusión de que tendría que cambiar muchas cosas. Cada novela pertenece a un tiempo, a una forma de ser y estar en el mundo. A todas esas lecturas previas que has tenido, a esas vivencias por las que has pasado, a unas inquietudes, a unas obsesiones, a unos caprichos… Para mí, regresar a una novela es una pérdida de tiempo, porque viene a ser algo así como revisitar un diario: no puedes cambiar el pasado. Es un ejercicio que puede convertirse en doloroso o en gratificante, pero yo no quiero volver al pasado”.

-Se halla en plena promoción de ‘París despertaba tarde’. ¿Cómo lleva este viaje permanente para presentar la novela? ¿Qué significan para usted estos encuentros con los lectores?
“Pues unos mejores que otros, dependiendo de cómo vaya mi vida. Cuido a mi madre en mi casa, así que hay viajes que me apetecen mucho y otros que forman parte de la promoción. Aunque encontrarme con los lectores siempre es algo maravilloso, y esto es algo que no dejo de experimentar, a veces voy un poco estresado por las preocupaciones familiares. Eso es lo único que, en alguna medida, condiciona la promoción de mis novelas. Pero las presentaciones en sí me encantan y, en este caso en concreto, tengo muchas ganas de regresar a Tenerife”.

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