En realidad no existe una nueva joyería. Calidad, diseño y creatividad siempre han estado ahí y, a pesar de las dificultades, permanecen. Se mantienen durante cientos de años y son un pasaporte a la seguridad y bienestar.

Son renombrados los zafiros azules de India, Australia o Sri Lanka, país este último de donde proceden soberbias joyas engastadas con los más bellos ejemplares acompañados de diamantes. Así, por ejemplo, la hija adoptiva de Napoleón, Estefanía, lució afortunada piezas de gran realce que, ahora, serán objeto de subasta por parte de la acreditada casa Christie’s. A la muerte de Estefanía pasaron a su hija Josefina, después a su hijo mayor, Leopoldo, y esposa, uniendo joyas espectaculares con matrimonios y dinastías europeas. El mejor postor está al acecho porque realmente hacía mucho tiempo que una colección tan valiosa, por cuantía económica y procedencia, no iba a tener lugar.