El ayuno intermitente incluye de manera periódica un espacio prolongado de ayuno. Ingerir alimentos durante ocho horas y ayunar 16 es lo más frecuente. También existen ayunos más cortos de doce horas y otros más largos de 24 y 48 horas. ¿Y funciona? Sí, pero siempre bajo control de un profesional.

Esta estrategia reduce significativamente los niveles de insulina, lo que se relaciona con la prevención de la diabetes. Además, las células se someten a un estrés leve mejorando su capacidad para luchar contra diferentes enfermedades, parecido a lo que pasa cuando hacemos ejercicio.

Protege, asimismo, frente al estrés oxidativo y la inflamación. Ayuda a regular nuestro ritmo circadiano, disminuye el deterioro cognitivo y optimiza el metabolismo. Los estudios sugieren reducción del peso y mejoría en la salud de los órganos y restauración de la microbiota.

Está contraindicado en embarazadas, periodos de lactancia, en situaciones vitales estresantes, con trastornos alimenticios y problemas hormonales severos.