El ejercicio físico es una poderosa herramienta muy importante en el manejo del estrés como en el tratamiento de la depresión, la curación de diferentes heridas emocionales y hasta la prevención de enfermedades mentales severas. En la actualidad existe gran nivel de evidencia científica para afirmar que el ejercicio físico regular, puede servir de tratamiento viable y efectivo para la depresión o la ansiedad, por ejemplo. Pero también tiene demostrados efectos en otras alteraciones o enfermedades mentales, como la esquizofrenia, los trastornos conversivos o la dependencia alcohólica.

Una vida físicamente activa mejora notablemente el estado de ánimo, constituye una alternativa no farmacológica para el tratamiento de trastornos del sueño, mejora la autoestima, sirve como herramienta práctica a la hora de afrontar el estrés y mejora la función cognitiva. En el caso de que exista una patología mental diagnosticada, el ejercicio físico adecuadamente pautado y personalizado es una herramienta obligatoria para la mejora del pronóstico de la enfermedad que se padezca.

Los entrenamientos con énfasis en la mejora de la fuerza, combinados con los de carácter continuo, como bicicleta, andar o correr son la mejor alternativa para tener una salud mental de hierro.