Fotografía / SuAr – Localización / Casa de la familia Lamberto Gómez, Icod de los Vinos

Fotografía encabezado / Vestido italiano de los años setenta confeccionado por la casa de costura Faber, que trabajaba para Lanvin. Bolso indio de los años cuarenta bordado en hilo de oro.

Aunque la tinerfeña Alicia Borges se formó en el mundo de las bellas artes y las terapias creativas, siempre se sintió atraída por la moda. Con 21 años, tras formarse como modelo en la agencia Nice People de Alicia Acosta, fichó en Madrid por la agencia Olé de Fátima Sangareau y José Eugenio Sánchez Giusepe. Aún no había terminado sus estudios, por lo que compaginó la carrera con el modelaje. Japón, Londres, Alemania, París… pasaron, entonces, a nutrir su agenda.
Con el tiempo, colaborando en el estudio del que fue su marido, el fotógrafo Paco Navarro, realizó exposiciones y trabajos de ilustración para el diseñador Roberto Verino y revistas como Elle, Telva y Down Town. Tras separarse, trabajó en el Espacio Canarias de Madrid hasta que decidió abrir su propio negocio (Emmanuelle Vintage), una exclusiva tienda de prendas y complementos en el barrio de Las Salesas. Poco a poco se fue haciendo con una clientela (Isabel Sartorius, Tamara Falcó, Rosario Flores…) que confiaba en su selección.

Chaqueta de terciopelo bordado de los años setenta. Pantalón rojo de Rodier años setenta. Bolso años veinte de hueso tallado en forma de escarabajo y pintado a mano. Zapatos de Gucci. Pendientes Hibisco de los años sesenta.

Se dio cuenta de que lo vintage era una apuesta de futuro. Buscaba tesoros en sus viajes, encantada por la sensibilidad y el colorido de los estampados, el tejido, el patrón… Sentía que estaba rescatando algo del olvido dando segundas oportunidades, terceras, cuartas…

Alicia Borges subraya que «lo vintage tiene esa magia que habla de un pasado, de otra forma de entender la vida, de un trabajo esmerado». Existe, dice, «un rosa Balenciaga, un rojo Valentino o el negro de Coco Chanel frente al colorido de Schiaparelli, brillante, imposible, insolente…». Valora, además, que es una opción de moda sostenible: «Ya está hecha, no hay que producirla y es exclusiva».

Chaqueta de Sybilla. Pantalón color pistacho de los años sesenta de Crilenka. Pendientes bisutería de los años sesenta. Collar bolas resina de los años sesenta. Zapatos bicolor de Giorgione Giotto. Bolso de cocodrilo años sesenta de Finnigans of Bond Street. Gabardina de los años cincuenta de la firma Debutogs New York for al Weather.

En la actualidad, de nuevo en Tenerife, canaliza la venta a través del comercio electrónico, al tiempo que prepara colecciones cápsula para mostrar en espacios puntuales, sin descartar algún proyecto de cine y televisión.

Embauca su seducción.