Hace unos días un alumno me preguntó si era posible dejar de fumar más fácilmente si realizaba ejercicio físico. La respuesta fue contundente: sí. Los efectos del monóxido de carbono y de la nicotina presentes en el tabaco son, como ya sabes, muy perjudiciales para la salud.

El ejercicio físico ayuda a generar una serie de hormonas, como la serotonina o la dopamina, que reducen el síndrome de abstinencia en las personas que están dejando de fumar. Pero no todo el ejercicio produce el mismo efecto. En una investigación realizada en la Universidad de Oxford se constató que el mejor ejercicio es el de intensidad moderada y de tipo cíclico. Me explico: caminar, correr y bicicleta. Eso sí, en un tiempo máximo por sesión de veinte minutos y los siete días de la semana.

A la luz de nuestra experiencia te puedo indicar que, con este entrenamiento, puedes retirar dos de esos días para incluir entrenamiento de fuerza, que también tendrá un efecto positivo sobre tu organismo.