El pulpo es uno de los animales marinos más fascinantes que existen. Es un cefalópodo con memoria y capacidad de aprendizaje. Se dice que es el invertebrado más inteligente, capaz de aprender y tener un comportamiento propio. Puede resolver problemas complejos, pues tiene alrededor de quinientos millones de neuronas, al igual que las que posee un perro. Los pulpos tienen un cerebro central y otros en cada tentáculo. Además, son capaces de experimentar dolor emocional al igual que los mamíferos. Son selectivos al escoger a sus parejas y capaces de tener celos de forma parecida a los humanos. Poseen cambios en el estado de ánimo, emociones y estadios depresivos.

El pulpo se reproduce solamente una vez en su vida y los machos suelen morir a las pocas semanas de haber fecundado a la hembra. Otro dato curioso es que las hembras no comen mientras cuidan a sus crías.

Casi un centenar de organizaciones las consideran «una aberración»

En Canarias la mercantil Pescanova se ha hecho con la patente de granjas de pulpos y prevé llegar a unos tres millones de kilos al año. La empresa, que ha contado con el respaldo de la Autoridad Portuaria de Las Palmas de Gran Canaria, donde se ubica la Granja, ha defendido que generará empleo. Sin embargo, hasta casi un centenar de organizaciones y asociaciones de bienestar animal de ámbito local, nacional y mundial han alzado la voz para protestar contra lo que consideran «una aberración».

Estas posiciones conservacionistas se basan en un informe de la bióloga Elena Lara, responsable de la organización internacional Compassion in World Farming, en donde indica que la cría intensiva supone «un sufrimiento incalculable» para los pulpos. Entre otras razones expone que estos animales no tienen esqueleto y su piel es muy frágil, lo que puede aumentar «su sufrimiento», bien por la manipulación a la que se someten, las interacciones con otros pulpos o al chocar con los límites de la jaula o tanque. También recuerda que no existe legislación específica para proteger su bienestar.