Que El Hierro está de moda ya no hay ni guirre ni cuervo que lo niegue. Los hermanos gallegos Jorge y Pepe Coira, responsables de la aclamada serie televisiva Hierro, tienen toda la culpa de que ahora mismo, cuando decimos que somos canarios de El Hierro, todo quisqui nos mente la serie de la Candela Peña, jueza de armas tomar y actriz de las maravillosas. Y muy bien y a mucho orgullo, porque este trabajo cinematográfico tan bueno está ganando todos los premios habidos y por haber tanto en España como en el extranjero.

Creo, sin embargo, que entre los muchos méritos artísticos de la serie en sí misma, su principal logro es haber encajado en la trama, como si fuera un personaje más, el propio paisaje herreño, tan emblemático. Y eso me da qué pensar: ¿por qué a los canarios a menudo nos acojona utilizar nuestros tópicos sociales, históricos o folklóricos como nutrientes artísticos? La serie Hierro nos ha enseñado que cuando se hacen bien las cosas hasta un evento como la propia Bajada de la Virgen de los Reyes es susceptible de convivir con una trama de robos y asesinatos. Que corra la sangre entre las chácaras y pitos herreños. No hay problema si engancha, si es verosímil, si está bien rodado. Durante muchos años los artistas canarios de diferentes campos huyeron de incluir en sus composiciones nuestros símbolos identitarios, nuestras ciudades, nuestra cultura y paisajes, cualquier elemento que oliera a piel de guanche. En pleno siglo XXI es agradable constatar que esos complejos antiguos están superados y, aun más, en el caso del cine es hasta muy recomendable creernos de una vez que nuestras islas son en realidad privilegiados platós de cine, Hollywoodatlántico y singular.

Presumamos de lo que hacemos bien, no pasa nada. Aprendamos la lección de Hierro, donde el paisaje intenso de la Isla del Meridiano nos regala solera, humanismo, identidad y futuro.


Imagen: Movistar +