«Home again, home again, one day I know, I’ll feel home again»
(A casa otra vez, a casa otra vez, un día lo sé, me sentiré en casa otra vez)

Así comienza una de las canciones de Michael Kiwanuka que más me han dejado maravillada en mis 26 años de vida. No exagero. Habla del hogar, de recomenzar, de perdonar, de sonreír. Habla de avanzar, de seguir adelante y no esconderse. Vivimos una época que para muchos es algo agridulce, de alegrías y penas, de pérdidas y nuevos comienzos. Creo que esta pandemia mundial nos está sirviendo para aprender a valorar las pequeñas cosas que nos rodean, que nos hacen brillar. Mi abuela me dijo que la vida pasa muy rápido, pero que aquí seguimos. Muy cierto. Y es que dentro de poco va a ser su 80 cumpleaños y se mantiene firme, fuerte ante la adversidad. Un ejemplo para mí de amor y cariño. Hoy salí en medio del trabajo a tomar mi cafecito mañanero en el quiosco La Paz ‒el de toda la vida‒ y por cosas de la vida me encontré con mi tío Humberto, otra persona que es un referente para mí por su templanza, ternura y fortaleza. Sentí nostalgia. Hace mucho, que por cosas obvias de la vida no nos reunimos en familia. Y es que se la echa de menos. ¡Mucho, mucho!

«Moving on, moving on. So I close my eyes. And the tears will clear. Then I feel no fear…»
(Avanzando, continuando. Así que cierro los ojos. Y las lágrimas se aclararán. Entonces no siento miedo…).

Te deseo, de verdad, un muy feliz 2021.