Hoy les traigo una antigua leyenda de Fuerteventura, según la cual, un grupo de pastores caminaba de regreso a casa tras haber completado una larga jornada de trabajo. Cansados y hambrientos, decidieron hacer una parada para encender una hoguera y asar en ella un carnero que habían matado ese mismo día. Cuando llevaban ya un largo rato recogiendo maderas para encender el fuego, uno de los pastores halló una cruz de madera oculta tras unas aulagas, por lo que supuso que en ese mismo lugar debía de haber fallecido alguien.

Al anochecer, apurados por el hambre y la fatiga, ninguno de los pastores dio importancia a la memoria del difunto y decidieron aprovechar la cruz para alimentar la hoguera, ya que la madera no abundaba precisamente por aquellos parajes. Sin pensárselo dos veces, los pastores echaron al fuego la cruz, con la única intención de llenar el estómago y protegerse del frío.

«La leyenda cuenta que la ánima se aparece a quienes transitan de noche las zonas despobladas de Fuerteventura»

Cuando las llamas hubieron consumido la mayor parte de la cruz de madera, una pequeña luz brotó de la hoguera y comenzó a moverse entre los desconcertados y cada vez más asustados pastores. Parecía tener vida propia y saltaba de uno a otro. Los pastores supieron de inmediato que aquella luz era el alma del difunto, cuyo reposo habían perturbado aquellos hombres al tomar su cruz y prenderle fuego, destruyendo así el único recuerdo que aún le vinculaba a nuestro mundo.

La leyenda no nos cuenta que fue de los pastores, pero en cuanto a la inquieta ánima en forma de luz, se dice que se aparece a quienes transitan de noche las zonas despobladas de Fuerteventura, quizá para guiarles o tal vez con la intención de no ser olvidado para siempre.