Allá por el siglo XV vivía en la isla de Gran Canaria un guerrero llamado Addur amas, que con la castellanización quedó en Doramas, y cuya fuerza y valor en el combate contra las tropas castellanas terminaron por forjar toda una leyenda a su alrededor. Era muy conocido por su habilidad en la lucha y su capacidad para el mando, la historia le describe como un hombre de complexión fuerte, estatura media y armado con una espada de madera cuyo peso obligaba a la mayoría de los hombres a blandirla con dos manos, mientras que él sólo necesitaba una para moverla con destreza.

Doramas procedía de una familia humilde pero era poseedor de un gran carisma y una fuerte necesidad de ser respetado, lo que le impulsó en varias ocasiones a robar el ganado de los nobles para así demostrar su valor y astucia. Aunque lo consigue, esto le lleva a enemistarse con la clase gobernante de Gran Canaria, hasta que un día es obligado por los nobles a reconocer en público que él no es más que un plebeyo, sin ningún rastro de nobleza en sus sangre. Aún así, Doramas mantuvo un romance con una joven noble, prima hermana del Guanarteme Tenesor Semidán, la cual fue recluida en el Roque de Gando, al que Doramas nadaba cada noche eludiendo la férrea custodia que protegía a su amada.

Pero el papel que jugó Doramas en la resistencia ante las tropas de Castilla comenzó con la toma y destrucción de la Torre de Gando, cuando entró en ella con un grupo de hombres, disfrazados de españoles. La toma del «Real de Las Palmas», comandado por Juan Rejón, hizo crecer la fama de Doramas. Después, cuando los aborígenes vencieron a los soldados de Pedro de Algaba y de Bermúdez, Doramas es al fin reconocido como noble por sus heroicas acciones en contra de los conquistadores, llegando su fama a eclipsar la figura del propio Guanarteme (rey), lo cual enciende las envidias de muchos nobles.

Tal fue su fama, que Pedro de Vera emprendió una campaña personal contra Doramas, haciendo especial daño en los lugares en los que había residido o tenía familia, hasta que por fin ambos se encontraron en la batalla de Arucas. Una de las versiones de la historia nos cuenta que Pedro de Vera ofreció a Doramas un duelo singular, y que ambos representarían a sus culturas, siendo el vencido obligado a retirarse para siempre, y así evitar que siguieran muriendo personas inocentes. El guerrero que representó al bando español era Diego de Hoces, quizá el más preparado de los soldados castellanos, pero el combate no duró mucho, ya que Doramas lo derribó inmediatamente con su lanza que se incrustó en el pecho de Diego de Hoces que cayó fulminado.

Ante esto, Pedro de Vera, cegado por el furor, arremetió contra Doramas. Lucharon ambos durante rato sin que la lid pareciese tener un claro vencedor. De repente, en uno de los lances de la batalla, uno de los escuderos del castellano hirió mortalmente a Doramas por la espalda, el cual cayó a tierra sangrando y moribundo. Antes de fallecer alcanzó a pronunciar unas últimas palabras dirigidas a Pedro de Vera y a su soldado: No eres tú quien me ha matado, sino ese perro traidor que me atacó por la espalda. Pedro de Vera ordenó entonces que le cortaran la cabeza y la clavaran en una pica. Así la llevaron al Real de las Palmas, exhibiéndola como un macabro trofeo.

Alejandro de Bernardo