Este verano realicé un periplo por las Islas orientales. El periodo más largo lo pasé en Lanzarote, como no podía ser de otra manera. Uno, por mi familia, y en segundo lugar, por el gran trabajo que esta revista ha hecho en uno de los hoteles más emblemáticos de la Isla, el Fariones, donde el restaurante asiático Kaori de Nacho Hernández lo está haciendo muy bien. Un diez sobre diez. Ya les contaré. Además del Hotel también tuve tiempo para salir a comer y probar en buena compañía un restaurante que está en boga y del que todo el mundo habla, Sebe, en Costa Teguise. El sitio nos encantó. Sobrio, pero acogedor. Rodeados por el blanco embriagador de Lanzarote, unas pinceladas de verde, como la propia Isla, y madera natural que inunda el ambiente, te hace sentir como en casa.

Para almorzar y guiados por Santi Benítez y Begoña Ratón, pareja en lo personal y en lo profesional, disfrutamos de una cocina isleña de vanguardia. El aperitivo empezó con unos tomates cagones de Tao, presentados en la vajilla única del gran artesano de Tenerife, Gonzalo Martín. La puesta en escena, fantástica, y los tomates, puro sabor. Continuamos con jurel ahumado, el plato más sorprendente, y ensaladilla rusa de pulpo, cilantro y olivo negro. Luego llegó el arroz del Senyoret, con la garantía Molino Roca. Arroz artesanal del Mediterráneo. ¡Sabrosísimo! Y de postre, piña asada de El Hierro con helado de ron añejo Arehucas.

«Begoña y ese arroz artesanal del Mediterráneo merecen una segunda cita»

La comida estuvo genial, pero he de confesar que debo volver porque como decía mi gran amigo Rogelio Quintero: «El restaurante es como una primera cita. Mínimo probar tres veces antes de juzgar». Y volveré un día con menos calor. ¡Qué veranito! Cuarenta grados. Pues eso, una paella socarrat a esa temperatura es como entrar en la sauna o baño turco pero sin la opción del chapuzón helado a su término. Santi, Begoña y ese arroz artesanal del Mediterráneo merecen una segunda cita.

El vino, una joya de Lanzarote, Soco 2020, elaborado con uvas Malvasía, Listán Blanco y Diego, de la bodega Rofe. Un proyecto de jóvenes viticultores que apoyan un proyecto social del que se hablará. Y mucho.