Todo está mal porque hoy nos hemos despertado con noticias tan internacionales como que “En 2020 las artes escénicas europeas perdieron un 90% de ingresos y la música un 75%”. Pero también con titulares tan cercanos como que los Cines Yelmo cierran (temporalmente) en toda Canarias.

Todo está mal porque el tiempo ha revelado que muchas administraciones que parecían encerradas en su propio mundo desarrollando planes estratégicos para luchar contra la crisis, simplemente estaban encerradas en su propio mundo. Sin plan. Interpretando las restricciones a su manera para poder seguir haciendo nada.

Todo está mal porque, a pesar de que las medidas actuales lo permiten, muchos espacios culturales públicos siguen cerrados. Porque, casi en febrero, seguimos sin saber nada del programa de Artes Escénicas del Cabildo de Tenerife (en el que ya deberíamos estar trabajando desde hace meses). Porque tenemos un Ministro de Cultura que no ha pintado nada en la gestión de esta pandemia. Y así, un largo etcétera.

Pero… todo está bien.

Todo está bien porque si un sector es capaz de crecer en la adversidad, ese es el de la Cultura. Porque los artistas tienen sangre resiliente y remar contra la adversidad es algo que ya les viene de viejo. Por eso, en medio de esta crisis sanitaria surge la transformación, la adaptación y las producciones que nacen contra todo pronóstico. Y nosotros, el público, también tenemos una misión imprescindible: apoyar.

Apoyar a las compañías como Timaginas Teatro, que en pleno nivel 3 adaptó su repertorio para poder estrenar “Microclásicos con mascarilla” a finales de diciembre, en La Laguna. O a los tacoronteros Delirium Teatro, que con su nueva producción “Fábula del topo, el murciélago y la musaraña” consiguieron dos premios Réplica el mes pasado. Apoyar la danza, que siendo de las artes más castigadas, compañías tinerfeñas como Nómadas lograron estrenar, en el peor momento de las restricciones navideñas, la pieza “El pastor”, una obra inspirada en el confinamiento. Apoyar a las orquestas populares que, a falta de verbenas, han transformado sus espectáculos para seguir llegando hasta su público. Apoyar hasta agotar las reservas previas del Merkarte del Circulo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife (como ocurrió desde Nochebuena hasta Reyes) o el cinefórum del TEA, que ha tenido que seguir proyectando su película de la semana pasada por exceso de demanda. Apoyar las letras, convirtiendo ese “Quédate en casa” en tardes de lectura con “Hijas de la bruma”, de la grancanaria Coralia Quintana, que floreció en plena segunda ola…

Si la creación no se ha detenido, nosotros debemos acompañarles. Porque el único virus que puede con la Cultura es la indiferencia y, en eso, todos somos responsables.