Se trata de restaurar en lugar de derribar. Esta máxima impera en los estudios de arquitectura e interiorismo, pues recupera elementos únicos con sello personal. Rescata el alma de nuestros interiores. Esta tendencia no significa que digamos adiós al minimalismo neutro. Estamos ante un nuevo desafío que equilibra estética de hoy con el respeto al diseño original y el motivo histórico, recurriéndose al tapizado, a la restauración, al color… Eso sí, hay que tener una capacidad muy elevada para atreverse a mezclar todo tipo de matices, formas y materiales, y salir no ya indemne, sino con éxito. Las dos apuestas deben convivir como lo han hecho otros estilos hasta llegar al maximalismo ecléctico por el que abogan el Grupo Memphis o Bloomsbury.