Sin mascarilla

Aunque la actriz Yanely Hernández tiene su campamento base en Arucas, el escenario es su auténtica casa, el espacio donde se realiza y se vacía por los demás para sacar una y mil sonrisas. Con ella, la alegría se cuela dentro, se da sin medida, incluso, en estados de alarma.  

Su último personaje, Dulce Santana, nació con el confinamiento. ¿Por qué?

«Necesitaba liberarme, tomar aire y dar aire. Soy una payasa y soy feliz sintiéndome útil. En vez de llorar, reí. Dulce Santana fue una catarsis, un efecto liberador que me permitió escapar de la incertidumbre. Transformé el miedo en energía positiva».

Fue un regalo en medio de la crisis sanitaria. Y sigue interpretándola…

«Sí. Intento colgar un sketch en el canal de YouTube todas las semanas, pero no siempre lo consigo debido a los calderos que tengo al fuego. Mi faceta de actriz ha encontrado una nueva ventana. Es como un laboratorio para la interpretación. Es un trabajo muy interesante. Además, me permite utilizar internet de forma profesional. Dulce Santana es un bebé que quiero mucho y requiere cuidados: más de cuatro mil personas ya se han suscrito al canal».

¿Y cómo surgió el nombre?

«Es un pequeño homenaje a mi madre, pues Santana es su segundo apellido. En cuanto al nombre, siempre me ha gustado Dulce. Es muy nuestro. Y el conjunto resulta sonoro y bonito».

¿Será siempre digital o pisará también el espacio escénico?

«En octubre la presentaré en el Teatro Guiniguada de Las Palmas junto al resto de mis personajes: Carmita, Carmela, Chonita, Jacinta y La Guasi. Intento renovarme constantemente y ofrecer cada día algo mejor. Las actrices y actores debemos sentirnos incómodos. Me aterra no evolucionar».

¿Siempre tuvo claro que se dedicaría al espectáculo?

«Sí. Desde el primer momento me decanté por Arte Dramático. ¡Y tenía nota para estudiar cualquier carrera! En mi familia la noticia cayó como una bomba».

Estudió en la Escuela de Actores de Canarias y la gran oportunidad, que no desaprovechó, llegó en 2002 con Desde La Laguna con humor

«Compaginaba los estudios con el trabajo. Cantaba en hoteles, hacía monólogos en diversas salas de Tenerife y noté que la gente se reía. Luego conocí a Juanka y empezamos a actuar juntos. Entonces gané el primer premio en la fase canaria de El Club de la Comedia junto al guionista Ramón Rodríguez. Y, sobre la marcha, estrenamos el programa en televisión…».

Hasta la fecha…

«Así es. Con Televisión Española también grabamos La hora del humor. Después pasamos a la Canaria con En Clave de Ja y, en la actualidad, En otra clave. Descubrí a mi otra familia y le doy gracias a Dios y a la audiencia. El cariño y la admiración que nos tenemos en el equipo sigue intacto desde el primer día».

Pese al éxito hay personas ilustradas que critican el programa…

«Respetamos las críticas e intentamos analizar el porqué. No obstante, no entiendo que digan que nos reímos del dialecto canario. Para nosotros es normal emplear canarismos y reivindicar la modalidad de español que se habla en las Islas, la cual, por cierto, en sintonía con la de Hispanoamérica y España meridional, es mayoritaria en el Mundo».

En la Televisión Canaria también presenta Ríete tú. ¿Cómo será la nueva temporada de este late night?

«Lo estoy rediseñando a mi gusto. Tendrá más comedia que nunca. Estoy muy ilusionada».

Y en agosto, una película…

«Sí. El largometraje es del director Armando Ravelo. Se titula Ancestro. Se rodará íntegramente en Canarias y trabajaré junto a Maykol Hernández y Mingo Ruano».

Compagina la interpretación con la actividad empresarial que genera su productora FireWorks. No para…

«Ja, ja, ja… La vida es movimiento y necesito estar activa. Ya descansaré cuando toque. Con la productora saco adelante proyectos propios, como Bolerock and Roll o La Maleta, este último junto a Teatro KDO».

Su imagen pública es humor y simpatía. ¿Y la privada?

«Igual. Necesito armonía. Procuro que la gente que está a mi alrededor sea feliz. Después, tengo mis arranques… Paso de cero a cien muy rápido, como un Ferrari, si bien no dejo cosas pendientes con nadie. No se me caen los anillos por pedir perdón. Todas las noches hago examen de conciencia».

¿Qué se reserva para usted?

«Escribo mucho: un diario, cartas que no envío y otras, como la de los Reyes Magos, que sí envío… Soy creyente y rezo… Disfruto de la naturaleza, la playa…».

¿El humor tiene límites?

«El límite lo pone el sentido común. Hay bromas que jamás haría en público. De todas formas, sufrimos una involución. La suma de personas ofendiditas denota una sociedad muy ególatra. La censura implícita convierte a las personas en policías que se vigilan unas a otras».

¿De qué no se reiría nunca?

«Me río con todo, pero depende del momento y con quién. La risa libera tensión, ayuda a afrontar situaciones difíciles. Es saludable. Por eso me río de mi misma».

Violencia, injurias, egoísmo, injusticias, intolerancia, desigualdades… ¿Cómo se le queda el cuerpo?

«Son males que siempre han estado y que, hoy en día, están muy desatados. Debemos mirarnos más a los ojos y valorar lo que tenemos: el tiempo, la vida… Nos podemos morir en cualquier momento. En este sentido, creo que la pandemia del coronavirus nos ha unido como humanidad».

Al artisteo le suele llegar su momento reivindicativo. ¿Usted lo tendrá?

«No me ha llegado. Sin embargo, prefiero dar ejemplo antes que ser estandarte».

¿Se desmarca del Me Too?

«Sí. Creo que el avance en los derechos de las mujeres no debe hacerse penalizando al hombre. En mi profesión no me he topado con ningún techo de cristal».  

EL CURIOSO IMPERTINENTE

¿Todos los cómicos son felices?

«No».

¿Y usted?

«Sí».

¿Hay que tenerle miedo?

«No».

¿Su mayor debilidad?

«La inseguridad».

¿Habrá un día que diga hasta aquí llegué?

«Sí. Puede ser».

¿Qué hace rematadamente mal?

«¡Uff! Cocinar, salvo mis platos estrella. Y soy muy torpona. Ja, ja, ja…».

¿Y es muy buena en…?

«En pasar de mí. Es una habilidad».

¿Qué le vuelve loca?

«No sé… El champán frío con hielo, un día en la playa…».

¿Qué prenda le favorece más?

«El vestido y la falda. Rara vez me verá con pantalones».

¿Un sueño artístico?

«Seguir viviendo de esto».

¿Qué le produce especial rechazo?

«La violencia en todas sus formas».

¿Cuál es el lado bueno de la mascarilla?

«Oculta las manchas del bigote».

¿Romántica o fría como el hielo?

«Romántica. Creo en el amor. Es el motor de todo».

¿Cuántos kilos ganó en el confinamiento?

«Calculo que tres».

Ahora en verano: ¿bikini, burkini, bañador, top less, como Dios la trajo al Mundo?

«Como Dios me trajo al Mundo».

¿Hay gente que la mira mal?

«Supongo que sí, pero no me doy cuenta».

¿No puede vivir sin…? Y no vale el teléfono móvil.

«Sin tener todos los días un rato para mi sola, en silencio».

¿Su mayor ansiedad?

«Vivo muy preocupada por dar siempre lo máximo. Me fastidia y me ayuda».

¿Se ha hecho algún arreglito estético?

«No. El paso del tiempo forma parte de la vida. Además, me he especializado en papeles de fea. Ja, ja, ja…».

¿La declaración de la renta le salió a pagar o a devolver?

«Me salió bien. Vivo con poco».


Texto: J. L. Z.
Fotos: David Gil
Localización: La Laguna Gran Hotel
Peluquería: Alexis Oval / @ovalecosalon
Maquillaje: Leticia de Lorenzo / @leticiadelorenzo_mua