despuÉs del paréntesis

Venezuela

Una de las cosas que nos acosa cuando miramos hacia Venezuela es la certeza de que algo pavoroso ocurre allí, por más la violencia

Una de las cosas que nos acosa cuando miramos hacia Venezuela es la certeza de que algo pavoroso ocurre allí, por más la violencia. Las noticias son espeluznantes. Las estadísticas confirman que el pasado año de 2018 Venezuela fue el país más violento del mundo, por delante de Honduras o El Salvador. Contó con un 84,4% de homicidios de cada 100.000 habitantes, lo que da una cifra de 23.047 asesinatos. Por lo general se da una explicación a lo que sucede, eso que llaman crisis política actual. No es muy creíble. Lo que hoy propone un gobierno en Venezuela viene de la gastada y corrupta actuación de los dos partidos clásicos, la Acción Democrática y Copei. Eso lo utilizó Hugo Chávez. Y para su alzamiento como líder y presidente fue fundamental que toda la izquierda del país (del Partido Comunista a los más radicales) se sumaran al proceso. Ese proceso proponía una transformación profunda del país y tanto los unos como los otros coincidían en un fin: el reparto a los más desfavorecidos. Una inteligente estrategia de la llamada revolución; así cuentan con más votos a favor que la oposición. Por eso los antagonistas se encuentran tan desorientados y sin perspectivas; y por eso Maduro y los suyos se dan en actuar como actúan. Mas, ¿cómo se explica la violencia?

Un dato es excepcional: de todos los asesinatos, 7.523 se tienen como muertos por la resistencia a la autoridad. Eso quiere decir que un tercio de todos los desaparecidos son causa de la presión policial o de las fuerzas gubernamentales. Por más, el régimen de Maduro divide su acción en dos: uno, hacer desaparecer a los delincuentes (por lo general sin garantías jurídicas) y, dos, combatir a la oposición en la calle. De ese modo actúan a expensas de la crisis económica, de la social o del empobrecimiento, la hiperinflación o la emigración. A ello se suman las organizaciones criminales que operan por todo el país para robar, con lo que la producción (agrícola, minera, comercial…) se resiente. Y lo que es peor: el Gobierno, centrado en el control y en su pervivencia, no actúa contra esos grupos y se encuentra fuera de control. Horripilante.

Uno observa y no puede entender cómo alguien puede ser ganado por el poder del modo en que fueron ganados Chávez o Maduro. Si recuperas el tino, se te hace difícil suponer cómo es posible que quien debiera conducirse por la senda de la democracia desarme a una nación tan grande, tan extraordinaria y con tantas riquezas (pero no rica) como esa. Pero, para desgracia de los hombres y de sus habitantes, ocurre.

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