viernes a la sombra

‘Marca’

Entre aquel Marca de los lunes que en la isla comprábamos y leíamos los miércoles al que se accede online o nada más terminar una convocatoria

Entre aquel Marca de los lunes que en la isla comprábamos y leíamos los miércoles -el mismo día que había partido de Copa de Europa o del Generalísimo, que esa era su denominación- y el multimedia de nuestros días -al que se accede online o nada más terminar una convocatoria-, están las naturales diferencias que marcan toda una época de imparables avances tecnológicos y de sucesivos tratamientos periodísticos. Marca cumple ochenta años, una edad muy respetable para cualquier medio de comunicación, mucho más cuando se trata de una publicación especializada, en este caso, deportiva. Es una referencia de vanguardia en la historia del periodismo español. En los años sesenta del pasado siglo, a medida que se acentuaba la vocación y el deporte atraía como actividad que seguíamos cotidianamente, esperábamos por el periódico en la desaparecida librería Tenerife, de Fernando Luis. En efecto, la edición de los lunes estaba en nuestras manos los miércoles, cuando las comunicaciones o el transporte aéreo tenían todas las limitaciones propias de la época. Venía en primera página con un sello que decía Sobretasa aérea, por lo que pagamos dos pesetas y cincuenta céntimos. Y devorábamos los contenidos, en los que preponderaba el fútbol, pero también los había de baloncesto, balonmano, atletismo y un abanico de disciplinas deportivas. Hasta había una página dedicada a la hípica, Marca-Turf, con la que tratamos de prolongar el interés por las carreras de caballos que habíamos atesorado en Venezuela. Había dos hechos llamativos: las crónicas de los partidos y la información gráfica de Zarco y Zarkhijo. Leíamos a Antonio Valencia (poeta y autor teatral), a Jesús Fragoso del Toro (padre de 20 hijos, cuñado de Miguel Delibes y dibujante), a Carlos Méndez, que firmaba con el seudónimo Cronos, a Belarmo, a Blas de Altamira, a César de Navascues, a Carlos Piernavieja, a Fernando Vadillo… Aprendíamos, eran auténticos ejercicios de literatura deportiva. “En esa época -dice el director de la edición impresa, del actual sitio web y de la radio, José Miguel Gallardo- la gente veía los partidos a través de las crónicas”. Recordamos algunas portadas, en dos colores, rojo y negro: cuando Luis Felipe Areta -años después ordenado sacerdote- batió un récord europeo de salto indoor; cuando el Madrid ye-yé ganó su sexta Copa de Europa; cuando España perdió (2-1) con Argentina en su debut mundialista de 1966 (“Derrota bien merecida” fue el titular de primera); cuando la hazaña de Orio batiendo a Oxford en piragüismo; cuando fue inaugurado el estadio Vicente Calderón (una foto con los portadores de una pancarta alusiva a la eterna rivalidad: “Ya estamos en nuestro campo y nadie nos ha humillado; mientras ellos van de pie, nosotros, todos sentados) y cuando un equipo célebre de la UD Las Palmas ganó en este campo a falta de un minuto con un gol memorable del majorero Trona: “El trueno de Trona”, anunciaba la inserción en primera. Que recordemos, Marca tuvo en Tenerife, desde entonces, un destacado elenco de corresponsales: Álvaro Castañeda, Miguel Ángel Ruiz, Luis Padilla, Paco Simón y Antonio Carló. El Tenerife, el Náutico y el boxeo eran los principales núcleos informativos. Cuando cumple ocho décadas de puntual aparición, Marca se ha convertido en un poderoso multimedia de indiscutible liderazgo periodístico en nuestro país. Su tirada -por encima de los periódicos generalistas- alcanza los 125.000 ejemplares. Pero ocurre que su edición digital (marca.com) sobresale, con más de 5 millones de usuarios. La media mensual de visitas ronda los 45 millones de navegadores únicos. Y por si fuera poco, dispone de su propia emisora de radio, que ofrece todo lo que se puede exigir a un medio especializado. Ochenta años de información deportiva. Innovación, experimentación, nuevos campos, nuevos profesionales, otros enfoques, consolidación… El propio Gallardo dice que nos movemos en un escenario donde vender periódicos de papel es un ejercicio de fe. Tiene toda la razón. El caso es que en ese escenario su cabecera tiene los mejores registros.

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