FOTO. ANDRÉS GUTIÉRREZ

Los hermanos Suárez, Laura y Víctor, proyectaron hace un año y medio la apertura del restaurante Haydée, en el Camino Torreón Bajo, número 80, en La Orotava, concretamente en una antigua casona típica de la zona. A medida que han ido consolidando el proyecto, han ido ampliando el restaurante, con más terraza, una dedicada a espacio chill-out, y un huerto ecológico, de donde salen materias primas que luego son transformadas por los chefs.

Víctor se encarga de la parte salada, mientras que a Laura le corresponde lo dulce. El primero, tras estudiar cocina en el Hotel Escuela Santa Cruz, pasó por un periodo de aprendizaje en el M.B de Martín Berasategui, en The Ritz Carlton Abama, y también trabajó con los hermanos Ferran y Albert Adrià, concretamente, como jefe de Alimentación y Bebidas en el proyecto Heart, de Ibiza.

La cocina de Víctor Suárez es atrevida y cargada de imaginación. Trabaja el producto canario con técnicas y toques asiáticos, que han despertado la expectación de los aficionados a la gastronomía.

Hermanos Suárez

Por su parte, Laura, con formación en Le Cordon Bleu y prácticas en Diverxo, de David Muñoz, y La Cabra (ambos locales radicados en Madrid), y Tickets, de Albert Adriá, apuesta por unas recetas basadas en las técnicas clásicas y francesas, pero con producto canario y algún toque exótico que combine con la gastronomía que defiende Víctor.
Dos chefs con carácter que han sabido unirse para sacar adelante este proyecto, al que después del verano se unió Víctor Regalado, procedente de Poncelet (Madrid), para coordinar los trabajos de sala y mejorar la carta de vinos del restaurante.

La antigua casona que alberga el restaurante ha sido reformada convenientemente para adaptarse a las necesidades de los chefs, pero también se ha pensado en el comensal. El comedor interior es confortable, amplio y con suficiente separación entre las mesas, y en el exterior hay tres terrazas diferenciadas, una con vistas al Valle de La Orotava en la entrada, y una para prolongadas sobremesas o quizás a media tarde para degustar alguno de los dulces de Laura con un cóctel en un ambiente que inspira tranquilidad. Un lugar de ensueño y precisamente en La Orotava, donde buscaban asentarse.