Durante unas vacaciones aparentemente idílicas en Canarias, Wayne Lewis, un padre de 62 años y exmilitar de la RAF, vivió lo que creyó ser un simple episodio de agotamiento. El calor del día, la actividad, los excesos. Todo parecía apuntar a causas triviales. Sin embargo, lo que ocurrió en aquel hotel de Canarias fue mucho más que un desfallecimiento común: fue la primera manifestación visible de un tumor cerebral que cambiaría su vida para siempre según informa el periódico Mirror.
En el baño de su alojamiento en Canarias, Wayne se desplomó de forma repentina, perdió el habla y la movilidad, pero aun así decidió no acudir a un centro médico para no interrumpir sus vacaciones. Aquella elección, tomada bajo la lógica de no arruinar la experiencia familiar en Canarias, casi le cuesta la vida.
De regreso a Gales, los síntomas no desaparecieron. Empezaron a repetirse con mayor frecuencia y nuevas señales se sumaron al cuadro: una fatiga persistente, alteraciones en el estado de ánimo, problemas para caminar, visión borrosa, torpeza en la mano izquierda. Todo lo atribuyó al envejecimiento y a una futura operación de cataratas.
Nunca imaginó que lo que comenzó en Canarias era, en realidad, una señal de alarma neurológica. Cuatro meses después, Wayne sufrió un derrame cerebral momentos antes de llevar a su nieto al aeropuerto. La escena fue aterradora: inmóvil, incapaz de hablar pero consciente. Sabía exactamente lo que le estaba pasando. Fue entonces cuando los médicos iniciaron las primeras pruebas diagnósticas, aunque en un principio solo le administraron medicación anticonvulsiva y lo enviaron a casa tras una tomografía.
No acudió a un centro médico para no interrumpir sus vacaciones en Canarias
Pero el alivio duró poco. Apenas dos días después, Wayne despertó paralizado del lado izquierdo. No había ambulancias disponibles y su familia volvió a llevarlo al hospital. Esta vez, los médicos ordenaron nuevas pruebas que revelaron lo que muchos temen escuchar: un tumor cerebral, concretamente un meningioma. Fue operado el 5 de agosto y lograron extirpar casi la totalidad del tumor. La decisión de no acudir al hospital durante su estancia en Canarias fue, en retrospectiva, un error que Wayne reconoce con claridad. Cree firmemente que su recuperación habría sido más temprana y menos traumática si hubiese reaccionado al primer síntoma en Canarias.

La historia de Wayne ha resonado especialmente en comunidades médicas y organizaciones como Brain Tumour Research, que subrayan la importancia de prestar atención a señales tempranas, incluso cuando ocurren durante momentos de aparente descanso como unas vacaciones en Canarias. Para Wayne, Canarias pasó de ser un lugar de desconexión a convertirse en el punto de partida de una pesadilla que hoy, por fortuna, cuenta con un desenlace esperanzador. No obstante, aún se somete a revisiones periódicas mediante resonancia magnética, consciente de que su lucha no ha terminado.
Su caso también ha reavivado el debate sobre el escaso presupuesto destinado a la investigación de tumores cerebrales. Solo el 1% del gasto nacional en oncología ha ido destinado a esta enfermedad, a pesar de que los tumores cerebrales son los que más muertes provocan entre menores de 40 años. Wayne ahora dedica parte de su tiempo a concienciar sobre esta situación, compartiendo su experiencia y alertando a otros sobre la necesidad de actuar con rapidez ante síntomas neurológicos.
“El primer aviso fue en Canarias, pero yo lo ignoré. No quería perder un solo día de vacaciones. Si hubiese sabido entonces lo que sé ahora, no habría dudado ni un minuto en pedir ayuda”, comenta con voz serena.
Canarias, como destino turístico, es visitado cada año por millones de personas. La historia de Wayne recuerda que incluso en los momentos de ocio, los síntomas de alerta no deben pasarse por alto.
La determinación de este galés por transformar una experiencia traumática en una causa por la que luchar ha sido reconocida por entidades como Brain Tumour Research, que han destacado su compromiso con la visibilización de una enfermedad muchas veces ignorada. Louise Aubrey, gerente de desarrollo comunitario de la fundación, afirmó que “la historia de Wayne demuestra lo cruel e indiscriminado que puede ser un tumor cerebral. Su decisión de actuar y convertir su experiencia en un llamado a la acción es admirable”.
Hoy, Wayne mira hacia adelante. Ha recuperado la movilidad, continúa con su rehabilitación y se ha comprometido a hablar públicamente sobre los riesgos de ignorar síntomas neurológicos, aunque ocurran en medio de unas vacaciones soñadas como las que vivió en Canarias. Asegura que contar su historia no solo es una forma de sanar, sino también de evitar que otros cometan el mismo error. Porque a veces, incluso en Canarias, el paraíso puede ser escenario de una advertencia silenciosa que no debe subestimarse. Y porque la vida, como bien aprendió Wayne, puede cambiar en un instante, incluso cuando se está más lejos de casa.