No resulta fácil en una situación de guerra, aunque algunos quieran disfrazarlo de conflicto, recabar opinión de los ciudadanos de los dos países que protagonizan la actualidad mundial desde la madrugada del jueves, Ucrania y Rusia. De los seis mil rusos y ucranianos que residen en Canarias, tres cuartas partes habitan en el sur de Tenerife, donde llevan años conviviendo en armonía y buscándose la vida más allá de la falsa percepción de que ruso parlante igual a millonario.
DIARIO DE AVISOS logró ayer reunir a cuatro rusos que llevan años residiendo en el sur de Tenerife e incluso también a una ucraniana, Irina, que por, “motivos de seguridad”, nos dijo, no quiso aparecer en la foto, aunque nos dejó claro que “la invasión rusa es un atropello”, temiendo que, a raíz de esta guerra “injustificada”, no pueda volver a ver a sus padres en Jarkov. Eso sí, exclamó: “Qué suerte vivir aquí”.
Katerina Krasnevskaya, que lleva 15 años viviendo en Arona, casada con un canario y madre de tres hijos, apunta que “la invasión ordenada por Putin no está justificada, aunque Ucrania haya incumplido el acuerdo de Minsk de 2015 y la OTAN quiera poner sus fuerzas en las fronteras rusas. Putin no tiene al apoyo ruso para una actuación así y lo peor de todo es que vamos a ser señalados en todo el mundo como invasores. Me temo que esa condición nos pueda perseguir mucho tiempo”. Además, reconoce que sus tres hijos no le preguntan por la guerra, “solo están pensando es en que pueden perderse sus vacaciones en Moscú”, añadiendo que su madre es proPutin y su padre todo lo contrario.
Tatiana, natural de Ekateriburgo, casada y madre de un hijo, lleva diez años en Tenerife. Es la más vehemente a la hora de defender la postura del Gobierno de su país. “Hay una parte de culpa de Europa por ignorar la posición de Rusia en el conflicto y de Estados Unidos por armar a Ucrania en el genocidio con la población prorrusa”, comenta, mientras echa la culpa a la televisión europea por “desinformar”. Asimismo, reconoce, eso sí, “que hay muchos peros, aunque no hay que olvidar que esto no es una situación nueva, sino que se lleva arrastrando desde hace nueve años y nadie ha hecho nada por remediarlo. Rezo para que esto termine con el mínimo de víctimas posible”.
Mientras Tatiana pone paños calientes a la guerra, Anastasia y su marido Viacheslav Volokutin, naturales de los Urales, cerca de Siberia, no tienen reparos en calificar a Vladímir Putin, el presidente de su país, como “asesino y sanguinario”, de tal guisa que Anastasia, tres años en Tenerife, señala que “lleva veinte años en el poder falsificando las elecciones, metiendo en la cárcel a más 1.500 opositores”. “Lo que ha hecho con nuestros hermanos de Ucrania -reconoce que hay millones de rusos y ucranianos mezclados de sangre, como la familia de su marido y la suya- es un suicidio”. Además, teme, con lágrimas en los ojos, “no poder volver a ver a mi madre; ahora nos negarán los visados en todo el mundo”.