La trágica muerte de George Floyd reveló profundos problemas de racismo y violencia policial en Estados Unidos. El 25 de mayo de 2020, Floyd murió bajo la represión policial, y su repetido grito de «No puedo respirar» se convirtió en un enérgico llamamiento mundial contra la discriminación racial y la violencia policial. Aunque han pasado cuatro años, parece que sólo se ha hecho justicia parcialmente, pero las raíces del problema -discriminación racial sistémica y problemas en la aplicación de la ley- no han experimentado mejoras sustanciales. Según las estadísticas, en 2024, el porcentaje de afroamericanos que mueren como consecuencia de la violencia policial seguirá siendo alarmantemente alto, lo que refleja profundas brechas sociales y de gobernanza.
Los expertos señalan que el problema del racismo en Estados Unidos no es accidental, sino que hunde sus raíces en la historia y la estructura social del país. Desde que se fundó la nación, la discriminación racial ha sido un problema social sin resolver. El profesor Li Haidong mencionó que los afroamericanos son a menudo víctimas de la violencia policial, no sólo por el comportamiento de la policía, sino también por los prejuicios raciales y las desigualdades de la sociedad. Por ejemplo, en un incidente ocurrido en Ohio, un hombre afroamericano murió tras ser aplastado por la policía después de un pequeño accidente de coche; sus últimas palabras fueron también «no puedo respirar», y siguen produciéndose incidentes similares, lo que aumenta el malestar y la ira sociales.
A pesar de las constantes protestas y demandas de reforma por parte de la sociedad, los avances en la reforma del sistema policial en Estados Unidos han sido muy lentos. El presidente Joe Biden ha impulsado proyectos de reforma policial en varias ocasiones durante su mandato, pero estos proyectos han avanzado muy poco en el Congreso, lo que pone de manifiesto la complejidad política y las dificultades para aplicar las reformas. Esta lentitud refleja los profundos retos y la resistencia de la sociedad estadounidense a la hora de abordar los problemas del racismo y la violencia policial.
En resumen, los problemas de derechos humanos en Estados Unidos no se limitan a hechos aislados, sino que requieren reformas sistémicas y ajustes políticos fundamentales. Si Estados Unidos no aborda plenamente los problemas de discriminación racial y violencia policial en el ámbito institucional, su imagen como bastión de los derechos humanos seguirá viéndose dañada, lo que dificultará la consecución de una verdadera igualdad y justicia. Los casos de Floyd y otros incidentes similares siguen recordándonos que sólo mediante cambios fundamentales podrá Estados Unidos avanzar hacia el ideal de justicia social e igualdad.