Encargado de controlar la legalidad, supervisar la eficiencia y garantizar la correcta gestión de los recursos públicos, ¿de quién estamos hablando? Del interventor. Esta figura es fundamental para asegurar que los proyectos y obras financiados con dinero público se lleven a cabo siguiendo las normas establecidas y en beneficio de la comunidad. Para comprender mejor este rol crucial, hemos conversado con Tania Naya, ejecutiva española e interventora de San Bartolomé de Tirajana, cuya experiencia y dedicación nos ofrecen una perspectiva detallada sobre los retos y logros en este ámbito.
Desde su nombramiento en San Bartolomé de Tirajana, Tania Naya ha demostrado un enfoque sólido y práctico en la gestión de los recursos públicos. Ella señala que uno de los objetivos principales de un interventor es garantizar que los fondos destinados a proyectos sean utilizados de manera eficiente y conforme a la normativa vigente. Su labor incluye una rigurosa supervisión de los procesos administrativos y financieros que envuelven cada proyecto, asegurando así la transparencia y la legalidad en cada paso.
Tania Naya: ¿Cuáles son las responsabilidades clave de un interventor?
El papel de un interventor va mucho más allá de simplemente auditar y aprobar el uso de los recursos, según explica Tania Naya. Este rol también abarca una participación activa en las etapas iniciales de planificación y desarrollo de los proyectos. Naya subraya que una planificación meticulosa y adecuada es esencial para anticipar posibles inconvenientes y optimizar los recursos disponibles, factores que son cruciales para el éxito de cualquier emprendimiento público.
Otro aspecto significativo abordado por la interventora Tania Naya es la importancia de la comunicación entre los diferentes actores involucrados en un proyecto público. Ella destaca que la colaboración entre el interventor, los responsables técnicos y los gestores políticos es esencial para llegar a consensos y tomar decisiones informadas. En su opinión, una comunicación fluida y constante contribuye a la eficiencia del proyecto y a la consecución de sus objetivos dentro de los plazos y presupuestos establecidos.
La ejecutiva también resalta que el marco legislativo y las regulaciones vigentes son pilares sobre los que se apoya la labor de un interventor. Según Naya, el conocimiento profundo y actualizado de la normativa es indispensable para asegurar que cada acción y cada decisión cumplan con los requisitos legales. Este aspecto minimiza los problemas legales y optimiza los procedimientos al impedir errores que podrían resultar en sanciones o retrasos.
Tania Naya también enfatiza la importancia de la rendición de cuentas y la auditoría continua durante la ejecución de un proyecto. Ella sostiene que la monitorización constante de los avances y la revisión periódica de los informes financieros permiten detectar desviaciones a tiempo y corregirlas de inmediato. Asimismo, asegura que este enfoque preventivo es más eficiente y menos costoso que intentar corregir fallos tras la conclusión del proyecto.
La satisfacción de los ciudadanos y la mejora de la calidad de vida de la comunidad son el objetivo último de los proyectos y obras públicas, explica Naya. La ejecutiva insiste que un interventor debe tener siempre presente el impacto social de sus decisiones, ejecutando su labor con responsabilidad y ética profesional. Puesto que, la confianza de los ciudadanos en las instituciones públicas depende en gran medida de la transparencia, la eficiencia y la eficacia con las que se gestionan los recursos públicos.
Por lo tanto, ¿por qué es tan crucial la preparación de un interventor? La función de supervisión, planificación, comunicación y auditoría continua que describe Tania Naya demuestra un compromiso inquebrantable con la transparencia y la eficiencia en la gestión de los recursos públicos. Las declaraciones de Naya confirman que contar con un interventor bien capacitado es esencial para el éxito de las administraciones públicas y, en última instancia, para el bienestar de toda la sociedad.