Colombia está siendo de los pocos países cuyo crecimiento turístico está siendo casi exponencial desde 2022 hasta devolver cifras que recuerdan a la prepandemia.
Solo a nivel internacional casi 14 millones de pasajeros llegaron y volaron hasta las principales capitales colombianas, lo que da buena muestra del momento que está viviendo el sector turístico y de servicios en el país.
De hecho, cada vez hay más demanda de visa para viajar a Colombia, aunque hay que advertir que es necesario cumplimentar un prerregistro Check-Mig antes de entrar en el país que puede incluso realizarse online en páginas autorizadas.
Actualmente hay tres tipos de visa, la de visitante, que es la específica para quien viaja para hacer turismo, la de residente, para quienes quieren empezar proyectos laborales en el país residiendo en él o, la tercera, de migrante.
¿Qué puede esperar el turista de un viaje a Colombia?
Por suerte, atrás quedó el concepto de que viajar a este país es peligroso. La situación política y social ha dado un giro radical y hoy, quien viaja hasta sus aeropuertos, disfruta de un país abierto, lleno de aventuras que disfrutar, con una historia de gran interés que contar y, sobre todo, unas playas que también son de ensueño.
Para recorrerlo y decidirse basta con echar un vistazo a los monumentos que deberían visitarse dependiendo de la zona que vaya a recorrerse.
En primer lugar, no hay guía que se precie que no hable de Monserrate, el cerro que es considerado uno de los más antiguos del país. Allí comenzó la construcción de la iglesia durante el siglo XVII y, una de las atracciones, es precisamente el poder llegar a través del funicular o teleférico, dos transportes poco usuales y que forman parte de la experiencia, más allá de la devoción a la virgen.
No se puede tampoco descartar un viaje al pasado propiamente dicho a través de los monumentos del Parque Arqueológico de San Agustín, que alberga en su espacio algunas esculturas que no han podido aún ser datadas y que, según los últimos estudios arqueológicos, rodearon una zona en la que se habitó tres siglos antes de Cristo.
Aunque no es el brasileño, el Cristo de Cali, levantado como homenaje al fin de la Guerra de los Mil días, atrae todas las miradas. La subida, además, es entretenida porque pueden ir disfrutándo de algunas de las obras del genial Carlos Andrés Gómez, talladas de forma magistral.
Hora de disfrutar de la herencia arquitectónica de la época colonial con el Castillo de San Felipe, que data de mediados del siglo XVII y es uno de los considerados entre las 7 maravillas de Colombia. Esta fortificación geométrica de Cartagena de Indias muestra parte de lo que fue su pasado, siendo uno de los monumentos más visitados de todos los de la zona.
Pero, si se habla de maravillas, no se puede olvidar la Catedral de Sal que forma parte de un recorrido temático en Zipaquirá y cuya formación geológica, según los últimos estudios, podría tener una datación de nada menos que de 200 millones de años. Aunque su diseño arquitectónico es el resultado de un concurso de 1990, lo cierto es que es lo que esconde en su formación lo que le otorga ese valor casi místico al recorrer el vía crucis de sus galerías.
¿Ganas de sentirse como Indiana? Es hora de poner rumbo a una zona más salvaje…a la ciudad perdida cerca de Santa Marta. Construida cerca del siglo VIII, es uno de los pueblos indígenas considerado a día de hoy como tesoro arqueológico. Es en él donde se han encontrado oro y objetos de piedra y madera que han permitido un buen estudio de la zona, gracias también al desarrollo de la adaptación de sus terrazas, las plataformas, los canales y caminos por los que se transitaba y que daban acceso a escaleras que comunicaban con áreas ceremoniales y depósitos en piedra.
Quienes quieran más arqueología, las tumbas del Parque Arqueológico Nacional de Tierradentro son todo un espectáculo en sí mismo. Llegar hasta ellas es mirar a los ojos la historia, la cultura funeraria pasada y, sobre todo, el respeto al viaje al otro lado.
Sin duda, se trata de abrir la mente, dejarse llevar por esa cultura que está llena de historias del pasado que se fusionan con el presente gracias también a la evolución que ha vivido un país que ha sabido transformarse y modernizarse hasta ser uno de los refugios empresariales de Latinoamérica gracias a su apuesta por la digitalización, por la inversión internacional y, sobre todo, por la formación y especialización.
Es hora de darle una oportunidad a un país que, por culpa de la violencia, estuvo durante muchos años fuera del circuito turístico. Es, por tanto, un destino que merece ser descubierto por el gran turismo.