El misterioso cometa 3I/ATLAS continúa desconcertando a la comunidad científica internacional. Este objeto, que se convirtió en el primer cometa interestelar detectado por el sistema ATLAS (Asteroid Terrestrial-impact Last Alert System) en Chile, fue avistado el 1 de julio de 2025, y desde entonces ha mostrado un comportamiento que desafía las leyes físicas conocidas.
Según un informe publicado por National Geographic, las observaciones más recientes realizadas con el conjunto de radiotelescopios ALMA (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array) han revelado un fenómeno inesperado: el cometa no se encuentra exactamente donde la gravedad indica que debería estar. Esta desviación en su trayectoria encendió las alarmas entre los astrónomos y dio pie a una nueva ronda de hipótesis sobre la naturaleza de este visitante cósmico procedente del espacio interestelar.
Una aceleración no gravitacional fuera de lo común del 3I/ATLAS
Los astrónomos definen este fenómeno como una aceleración no gravitacional, una variación en la velocidad y posición del objeto que no puede atribuirse únicamente a la fuerza de la gravedad. En el caso de 3I/ATLAS, la desviación se detectó cerca del perihelio, el punto de su órbita más próximo al Sol.
Los cálculos del equipo internacional que monitorea el cometa muestran que una sexta parte de su masa desapareció en apenas un mes. Esta pérdida se traduce en una aceleración cercana a 0.02 milésimas de metro por segundo al cuadrado, una cifra pequeña pero suficiente para alterar significativamente su trayectoria.
Si la explicación es natural, el fenómeno se debería al proceso conocido como outgassing, mediante el cual los materiales volátiles del cometa como el hielo de agua o el dióxido de carbono se evaporan por el calor solar, expulsando chorros de gas y polvo. Sin embargo, los valores observados implicarían que el núcleo del cometa habría expulsado más de 5.500 millones de toneladas de material al espacio en un tiempo récord.
El debate científico y la hipótesis más polémica
El astrofísico Avi Loeb, de la Universidad de Harvard, ha sido uno de los principales impulsores de una interpretación alternativa. En sus declaraciones, sostiene que si en diciembre no se detecta la nube de gas prevista alrededor del cometa, la única explicación restante sería una fuente de propulsión artificial. Loeb, conocido por haber defendido una hipótesis similar con el objeto interestelar ‘Oumuamua en 2017, considera que 3I/ATLAS podría tener un origen tecnológico y no natural.
Sus afirmaciones han sido duramente criticadas por otros científicos, como el divulgador británico Brian Cox, quien sostiene que los datos observacionales son perfectamente compatibles con un comportamiento natural. Según Cox, el brillo azul del cometa y su aparente aceleración pueden explicarse por procesos térmicos y ópticos asociados al intenso calentamiento del núcleo conforme se acerca al Sol.
Aun así, el propio ALMA ha confirmado que 3I/ATLAS mantiene un brillo inusualmente azul, más intenso que el del Sol, y una trayectoria que parece escapar de la influencia gravitatoria esperada. Este color es especialmente llamativo porque los cometas tienden a mostrar tonos rojizos o verdosos, nunca azules, debido a la naturaleza de los gases que liberan.
Un enigma que redefine la astronomía moderna
El paso de 3I/ATLAS por el sistema solar está ofreciendo a los científicos una oportunidad sin precedentes para estudiar un cuerpo que se formó fuera de los límites del Sol. A diferencia de los cometas comunes, los objetos interestelares como 3I/ATLAS no orbitan alrededor de ninguna estrella. En su lugar, viajan libremente por la galaxia, cruzando sistemas planetarios en trayectorias abiertas y veloces.
El análisis de su composición ha revelado la presencia de níquel metálico puro y compuestos que rara vez se encuentran en cuerpos naturales. Este hallazgo ha aumentado la curiosidad de los astrónomos, que consideran al objeto una posible cápsula del tiempo cósmica que podría contener información sobre los materiales y procesos de los primeros momentos del universo.
A finales de diciembre, 3I/ATLAS pasará a unos 269 millones de kilómetros de la Tierra, lo que ofrecerá la mejor oportunidad para analizar su evolución y comprobar si se forma o no la esperada nube de gas. Si no aparece, las teorías más audaces, incluidas las de origen artificial, volverán a cobrar fuerza.
Por ahora, la comunidad científica mantiene la cautela. Algunos investigadores creen que el cometa simplemente se está desintegrando más rápido de lo previsto, mientras que otros sospechan que 3I/ATLAS podría ser el ejemplo más claro hasta la fecha de un fenómeno todavía desconocido en la física del espacio interestelar.
En cualquier caso, el estudio de 3I/ATLAS promete transformar nuestra comprensión sobre cómo se comportan los cuerpos más antiguos y enigmáticos de la galaxia, abriendo un nuevo capítulo en la exploración del cosmos.