En el mundo de los atracos, hay pocos que se comparan con el espectacular robo que tuvo lugar en el Diamond Center de Amberes en 2003. Este golpe maestro, que dejó boquiabiertos tanto a las autoridades como al público, es un testimonio de la audacia y precisión con la que operaron los ladrones. Este robo no solo destacó por la magnitud del botín, sino también por la complejidad de su ejecución, que parecía sacada directamente de una película de Hollywood. El canal de YouTube Ciencia y Tecnología rescata este suceso (ver vídeo) con el objetivo de explicar cómo gracias a la manipulación de la tecnología pudieron burlar las medidas de seguridad y entrar en la bóveda para hacerse con todo el botín. Pero, ¿cómo fue el robo? ¿Qué fue lo que se llevaron? ¿Y cómo lograron capturarles?
El Diamond Center, la joya de Amberes
Amberes, en Bélgica, es mundialmente conocida como la capital de los diamantes. En el corazón de esta ciudad se encuentra el Diamond Center, un edificio que alberga oficinas y tiendas de los más prestigiosos comerciantes de diamantes del mundo. Aquí se realizan transacciones multimillonarias diariamente, y las medidas de seguridad son extremadamente estrictas. Sin embargo, eso no detuvo a un grupo de 5 ladrones que, con una precisión quirúrgica, lograron burlar todos los sistemas de seguridad y llevarse el botín más caro de la historia.
El cerebro detrás del plan
Leonardo Notarbartolo, un ladrón italiano con una vasta experiencia en el robo de joyas, había estado estudiado minuciosamente el Diamond Center. Se infiltró en la comunidad de comerciantes de diamantes, ganándose su confianza y preparándose para el golpe de su vida. Con la ayuda de un equipo de expertos, cada uno con habilidades específicas, orquestó uno de los robos más ambiciosos de la historia.
El plan comenzó con Notarbartolo alquilando una oficina en el Diamond Center, lo que le permitió obtener una tarjeta de acceso y familiarizarse con el sistema de seguridad del edificio. Los ladrones se enfrentaban a múltiples capas de seguridad: cámaras de vigilancia, guardias, una puerta de acero de tres toneladas con un dial de 100 millones de combinaciones, una cerradura que requería una llave de 30 centímetros de longitud, sensores sísmicos y detectores de calor, luz y movimiento. A pesar de estos obstáculos, el equipo de Notarbartolo tenía un plan detallado para sortear cada uno de ellos.
El día del robo
El 15 de febrero de 2003, los ladrones entraron al Diamond Center y se dirigieron directamente a la caja fuerte. Sabían exactamente qué hacer y cómo hacerlo. Durante la operación, que duró varias horas, lograron abrir 123 de las 189 cajas de seguridad. En el interior, encontraron diamantes, joyas, oro y efectivo. Todo fue empaquetado y sacado del edificio sin levantar sospechas. Al día siguiente, cuando los comerciantes llegaron a sus oficinas, encontraron la caja fuerte vacía y solo entonces se dio la alarma.
La noche del robo, los ladrones desactivaron las cámaras de vigilancia cubriéndolas con bolsas de plástico negras. Usaron poliestireno para evitar que los detectores de calor y movimiento notaran su presencia. Para abrir la bóveda, eludieron la seguridad del campo magnético de la puerta con un bloque de aluminio casero y usaron un taladro de manivela para abrir las cajas de seguridad del interior, evitando así activar el sensor sísmico. Todo esto fue hecho sin activar ninguno de los sensores de seguridad.
Un botín de más de 100 millones de dólares
El robo del Diamond Center sigue siendo un caso fascinante para criminólogos, cineastas y el público en general. La audacia y precisión con la que se llevó a cabo el robo, junto con el hecho de que el botín tuvo un valor de más de 100 millones de dólares y a que la mayoría del mismo nunca pudo ser recuperado, ha generado innumerables teorías y especulaciones que han inspirado libros y documentales, convirtiéndose en una leyenda moderna del crimen.
El sándwich que lo cambió todo
Tras el robo, las autoridades belgas se embarcaron en una intensa búsqueda de pistas que pudieran llevarlos a los culpables. En un bosque cercano a Amberes, encontraron una bolsa de basura que contenía diversos objetos: recibos, envoltorios… y un sándwich a medio comer. Aunque a primera vista estos artículos parecían intrascendentes, resultaron ser vitales para la investigación, el sándwich jugó un papel importante, ya que al analizarlo, las autoridades pudieron obtener la evidencia de la implicación de el Monstruo, uno de los miembros de la banda, que ayudó a confirmar la presencia de Notarbartolo en el lugar de los hechos y su conexión con el robo.
El sándwich a medias fue definitivamente una imprudencia que contrastó con la meticulosa planificación del robo. Los ladrones habían logrado burlar sistemas de seguridad avanzados y abrir cajas fuertes sin ser detectados, pero un descuido tan simple como dejarse un bocadillo a medio comer resultó ser su perdición: Leonardo Notarbartolo fue condenado a 10 años de cárcel por su papel en el espectacular robo del Diamond Center de Amberes en 2003.
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