Depósitos bancarios, derivados financieros, renta fija y renta variable, los ETFs, planes de pensiones, letras del tesoro… En el mundo de las finanzas, las alternativas son numerosas y variadas. Una maraña de productos de inversión que puede llegar a abrumar a los ahorradores menos expertos. Además de los citados, destacan otros dos vehículos que, a pesar de compartir ciertas similitudes, presentan diferencias significativas y que están ganando popularidad en los últimos años: las sicavs y los fondos de inversión.
Estos dos instrumentos forman parte de lo que se denomina productos de inversión colectiva, una modalidad que facilita que los pequeños ahorradores accedan a estrategias de inversión profesionales y diversificadas. No obstante, estas dos modalidades tienen particularidades diferentes, por lo que a la hora de decantarse por unas u otras hay que conocer su funcionamiento, requisitos y fiscalidad para cerciorarse de cuál es el más adecuado según el perfil inversor de cada uno.
¿Qué son exactamente las sicavs y los fondos de inversión? ¿En qué se diferencian? ¿Cuál es más adecuado para nuestro perfil inversor? Vamos a desgranar estos conceptos para arrojar luz sobre estas cuestiones fundamentales.
Sicavs y fondos de inversión: conceptos clave
Los fondos de inversión son vehículos de inversión colectiva que agrupan el capital de múltiples inversores para invertirlo en una cartera diversificada de activos. Esta cartera es gestionada por una sociedad gestora profesional, que toma las decisiones de inversión en nombre de los partícipes. Estos fondos, además, no tienen personalidad jurídica propia, sino que son simples patrimonios administrados por la gestora.
Por su parte, las sicavs (Sociedades de Inversión de Capital Variable) son sociedades anónimas con personalidad jurídica propia y patrimonio variable. Su objetivo, al igual que los fondos, es la inversión colectiva en una amplia gama de activos, pero, a diferencia de los fondos, sí pueden ser gestionados por un consejo de administración propio o delegar esta función en una sociedad gestora externa.
Requisitos específicos de inversión
Además de las diferencias anteriores, también hay otras relacionadas con los requisitos de acceso. Mientras que los fondos de inversión requieren un patrimonio mínimo de 3 millones de euros, la obligación de tener al menos 100 partícipes y la designación tanto de una sociedad gestora como de un depositario, las sicavs necesitan un capital mínimo de 2,4 millones de euros y contar con al menos 100 accionistas. Además, cotizan en el MAB (Mercado Alternativo Bursátil) y permiten obtener liquidez diaria.
Fiscalidad, regulación y supervisión
La fiscalidad es otro de los aspectos donde las diferencias entre sicavs y fondos de inversión se hacen más patentes. Los fondos de inversión gozan de una fiscalidad favorable, ya que los rendimientos generados dentro del fondo no tributan hasta que el inversor retira su dinero. En ese momento, las plusvalías se gravan en el IRPF como ganancias patrimoniales.
Las sicavs, en cambio, tienen un régimen fiscal especial. Pagan un impuesto del 1% sobre los beneficios generados, independientemente de si estos se distribuyen o no a los accionistas.
En cuanto a la regulación y supervisión, tanto los fondos de inversión como las sicavs están bajo el paraguas de la CNMV. Este organismo vela por la protección de los inversores y la transparencia del mercado. Sin embargo, las obligaciones de información y transparencia son más exigentes para las sicavs, que deben publicar informes trimestrales detallados sobre su composición y evolución.
Estructura legal y operativa
Tal y como hemos comentado, los fondos de inversión carecen de personalidad jurídica propia al ser gestionados por una sociedad gestora independiente, que se encarga de la toma de decisiones de inversión y de la administración del fondo. Por el lado contrario, las sicavs son sociedades anónimas con personalidad jurídica propia, por lo que pueden ser gestionadas directamente por su consejo de administración o delegar esta función en una sociedad gestora externa.
Esta diferencia en la estructura legal tiene implicaciones importantes para los inversores, ya que en un fondo de inversión no tienen capacidad de decisión sobre la gestión del fondo. Los partícipes de una sicav, por el contrario, sí pueden tener un papel más activo en la gestión de la sociedad, participando en las juntas de accionistas.
Las peculiaridades y características de cada uno de estos vehículos de inversión se pueden conocer informándose en un cualquier blog de inversión que se precie. Con una lectura detallada y atenta, los ahorradores van a conocer las particularidades de unos instrumentos de inversión que pueden ser muy interesantes de cara a incrementar el patrimonio.
Si bien es cierto que los fondos de inversión suelen ser más accesibles para el inversor medio y ofrecen una gestión profesional con una fiscalidad favorable, las sicavs, conocidas como las sociedades de inversión de ricos, dan mayor control y flexibilidad a sus accionistas, por lo que suelen ser más adecuadas para personas con experiencia.
Como en todo lo relacionado con las finanzas y la inversión, la decisión correcta dependerá del perfil del inversor, su patrimonio, sus objetivos de inversión y su capacidad para involucrarse en la gestión. Tener en cuenta estos aspectos, así como los propios de cada producto de inversión, es esencial. Solo así podremos asegurarnos de que la estrategia financiera se ajusta a nuestras necesidades y objetivos particulares.