Los datos que estamos recibiendo de EE.UU no son nada buenos, puede ser una verdadera hecatombe sanitaria de una envergadura enorme. Por el momento las autoridades no han hecho cuarentenas estrictas. Trump continua minimizando el impacto del virus, pero la realidad es bien distinta.
Estados Unidos se convirtió en el epicentro de la pandemia mundial de coronavirus, mientras el presidente Donald Trump resta importancia a la creciente crisis nacional. Estados Unidos ahora lidera el mundo en casos confirmados del nuevo coronavirus después de superar el total reportado por China.
Más de 130.000 casos han sido confirmados y más de 2.300 pacientes han muerto en Estados Unidos, con cifras que se multiplican a diario. Los comentarios de Trump en la sesión informativa de la tarde del jueves ponen de manifiesto una alarmante campaña de manipulación: mientras el presidente cuenta una historia de grandes éxitos, de un gobierno que se moviliza poderosamente, los trabajadores sanitarios se enfrentan a escenas horribles en hospitales en un número creciente de puntos críticos.
La evidencia del avance del virus sugiere que la situación está empeorando y que la vida normal podría estar a semanas o incluso meses de distancia, y aunque Trump continúa minimizando el impacto inminente de la crisis en conflicto con lo que está ocurriendo, el peso de los datos está comenzando a contar su propia historia. Estados Unidos adelantó el jueves a China en el número de casos reportados, pero el presidente, que parece vivir en una realidad alternativa, expresó desde la Casa Blanca su convencimiento de que la pesadilla no va a durar mucho más.
En ese mismo mundo paralelo de Trump y sus acólitos, la lista de equipos entregados a los hospitales por las autoridades federales es más que suficiente, mientras los hospitales se ven desbordados y piden a gritos más material para poder trabajar. A pesar de la clara expansión de la pandemia, que, por definición, se extiende por amplias áreas geográficas, alcanzado picos en diferentes momentos y lugares, Trump habla de un impulso para reabrir la economía, diciendo que planea relajar algunas pautas de distanciamiento social la próxima semana en atención a las necesidades de cada condado, sugiriendo que para el domingo de Pascua sería bueno tener las iglesias llenas.
EL VIRUS SE EXTIENDE RÁPIDAMENTE
Trump habla en términos que aparentan un control del virus en Estados Unidos que no es real: la crisis de Nueva York por el coronavirus se profundiza; Nueva Orleans empieza a hacer frente a la catástrofe; la situación en California se complica, y comienzan a despuntar los casos en Chicago y Detroit. Una doctora en Nueva York advirtió sobre escenas “apocalípticas” en su hospital, la falta de equipo de protección para el personal y la llegada de un camión refrigerado para mantener cadáveres, en declaraciones al New York Times.
Las imágenes que empiezan a llegar de EE.UU son muy preocupantes, el virus se extiende con rapidez. Una enfermera de un hospital de Manhattan se acercaba al final de su turno el domingo por la mañana cuando se dirigió hacia la bahía de ambulancias del edificio.
Allí, había camión refrigerador gigante, listo para llevar a los que habían muerto por complicaciones de COVID-19 . Se acercó a la camioneta, abrió el pestillo y tomó una foto.
«Lo tomé para mostrárselo a la gente», dijo la enfermera de la sala de emergencias. «Es la horrible realidad de lo que tratamos «. Pidió que ni él ni su hospital sean identificados por miedo a las repercusiones.
Mientras tanto, el aumento de los casos corre el riesgo de colapsar el sistema hospitalario de Estados Unidos, a abusar del equipo disponible y obligar a médicas y enfermeros a que arriesguen su propia salud y sus vidas para tratar a los pacientes, a elegir quién vive y quién muere. Plan de contingencia para negar ventiladores, atención en la UCI a pacientes con pocas posibilidades de supervivencia. El sistema de salud del área de Detroit ha desarrollado un plan de contingencia para negar ventiladores y tratamiento de cuidados intensivos a pacientes con coronavirus con pocas posibilidades de sobrevivir, incluidos aquellos con condiciones médicas preexistentes. Los detalles del plan se enumeraron en un borrador de carta de Henry Ford Health Systems a las familias, según el Washington Post. La carta circuló en las redes sociales, aunque la compañía luego aclaró que aún no ha necesitado implementar la política.
Según la carta, los hospitales Henry Ford -son seis en la región- quitarían prioridad a la mayoría de los pacientes con insuficiencia cardíaca, pulmonar, renal o hepática grave, cánceres terminales y traumatismos o quemaduras graves. Cualquier paciente que no mejore con un respirador o la atención de la UCI también se retiraría de esos tratamientos y, en su lugar, se le darían medidas para controlar el dolor. Northwestern Memorial Hospital en Chicago, entre otros, ha estado discutiendo una política de no resucitación de pacientes. Esa directiva indicaría a los trabajadores de salud que no realicen técnicas de reavivación si un paciente infectado deja de respirar o su corazón deja de latir.
Las mujeres embarazadas que planean dar a luz en dos redes de hospitales importantes en Nueva York deben estar preparadas para una nueva realidad esta semana: tendrán que dar a luz sin un ser querido a su lado. Los hospitales de todo el país están adoptando rápidamente nuevos protocolos para mujeres embarazadas y departamentos obstétricos en un esfuerzo por prevenir la propagación del virus.
LA PEOR SEMANA PARA LA ECONOMÍA
El récord de 3.3 millones de solicitudes de desempleo anunciado esta semana marca el comienzo de una crisis económica que enfrentan los trabajadores y las empresas estadounidenses, una depresión, según los expertos, que solo terminará cuando se contenga la pandemia. La economía ha entrado en una profunda recesión que tiene grandes similitudes con la Gran Depresión de 1929, en la forma en que ha devastado a muchas empresas y consumidores, ocasionando despidos masivos y amenazando con provocar una reacción en cadena de quiebras y pérdidas financieras para empresas grandes y pequeñas. Lo que distingue a esta recesión es la rapidez con la que se ha propagado el virus y el estrés económico.
Según medios estadounidenses, los economistas advierten que las solicitudes de prestaciones por desempleo son el comienzo de un aumento masivo de las cifras de parados ,que podría provocar que más de 40 millones de estadounidenses pierdan sus empleos a mediados de abril.
Es probable que esas cifras siniestras se vean parcialmente mejoradas como consecuencia del paquete de estímulo económico de 2.200 billones de dólares (trillones en el sistema utilizado en Estados Unidos).
Este paquete económico, además de poner dinero en los bolsillos de los estadounidenses (el 83% de los contribuyentes adultos recibirán 1.200 dólares, más 500 dólares por cada niño en el mes de abril), otorgará millones en préstamos a bajo costo a empresas, proporcionará un salvavidas a los trabajadores y las empresas que enfrentan la crisis, pero no detendrá una recesión grave ni será adecuado para sostener a trabajadores si la pandemia del coronavirus dura más de uno o dos meses.
Nadie pone en duda la severidad de la situación, y en la decisión entre salvar vidas y salvar la economía, el presidente parece haberse decantado por esta última: “Tenemos que volver a trabajar. Nuestra gente quiere trabajar. Quieren regresar. Tienen que regresar. Y vamos a hablar sobre fechas. Vamos a hablar con muchos buenos profesionales”, dijo Trump a los periodistas añadiendo: “Este es un país que se construyó para lograrlo, y nuestra gente quiere volver a trabajar. Estoy escuchando, lo escucho fuerte y claro de todos”.
Trump tiene razón en que los estadounidenses necesitan volver al trabajo. Las cifras resumieron el terrible dilema que enfrenta el país, entre salvaguardar la riqueza colectiva y el bienestar de la nación y los miles, o incluso millones, de estadounidenses que podrían enfermarse.
Una reapertura gradual de la economía sería el modelo que podría lograr que el órgano vital de la nación vuelva a funcionar, pero la línea de tiempo acelerada de Trump no recoge la realidad del coronavirus ni su altísimo costo en vidas humanas. Su obsesión por no dejar caer la economía (punto fuerte de su campaña electoral) va a causar una crisis sanitaria, social y económica sin precedentes en la nación, que repercutirá, sin duda, a nivel mundial, a corto, medio, y largo plazo.