El viaje del “Pacific”, valorado en unos 150 millones de dólares, no fue nada fácil, según apuntan distintos medios internacionales, como Bloomberg o Fortune. Al parecer, ha navegado “a oscuras” la mitad del trayecto sin su sistema de identificación automática encendido como corresponde de acuerdo a lo establecido por el derecho marítimo internacional.
Se da la circunstancia de que el superyate de Mikhelson había estado en varios puertos y bahías de Costa Rica desde el pasado mes de enero. El 5 de mayo, partió de Marina Papagayo con rumbo al sureste. Llegó incluso a pasar por el Canal de Panamá, según los datos analizados por Bloomberg. El “Pacific” dejó de transmitir su ubicación el 8 de mayo, tras notificar que se dirigía a Las Bahamas, y reapareció 12 días después muy cerca de Canarias. En ese entonces, indicó que ponía rumbo a Barcelona, pero tampoco no fue así, ya que acabó en Port Said, Egipto, antes emprender el trayecto a Turquía. Lo que no está claro es si Mikhelson estaba a bordo de su superyate de lujo.
Un Palacio Flotante
Más que un superyate, el “Pacific” es un palacio flotante. Fue construido en 2010 por la empresa alemana Luerssen Verwaltungs GmbH, tiene 280 pies de eslora y cuenta con ascensor, piscina y una lancha más pequeña. Asimismo, tiene capacidad para 12 huéspedes y 28 tripulantes. Además, en esta lujosa embarcación caben dos helicópteros.
“Estos yates son una fuente de orgullo y prestigio para sus propietarios”, sugiere a Bloomberg Benjamin Maltby, socio de la firma londinense Keystone Law, especializada en derecho de superyates. “Es absolutamente imposible que los regalen o se vayan de buena gana”.
En cuanto a su propietario, Leonid Mikhelson, sabemos que cuenta con una fortuna que ronda los 25.000 millones de dólares y que ha sido sancionado por Reino Unido y Canadá. Posee una cuarta parte de Novatek PJSC, el mayor proveedor de gas natural no estatal de Rusia, empresa a su vez que ocupa un lugar en la lista de sanciones por parte de Estados Unidos.