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Los grafiteros detectados en Santa Cruz se juegan penas de cárcel

Dámaso Arteaga recuerda que “no se descarta la vía penal” para casos graves; las condenas pueden alcanzar los seis meses de prisión; si son menores, los padres pagan la multa
Varios ciudadanos pasean junto a una pintada conjunta de dos de los ahora expedientados. Andrés Gutiérrez

“Nuestra idea es actuar por la vía penal contra todo aquel que contravenga las ordenanzas municipales y estropee el patrimonio cultural de Santa Cruz con este tipo de comportamientos incívicos. Queremos que el que dañe nuestra ciudad, lo termine pagando”. La advertencia es del concejal de Servicios Públicos de Santa Cruz de Tenerife, Dámaso Arteaga, y viene a cuento de la redada contra el grafiti efectuada desde el Consistorio, ahora saldada con la tramitación de ocho actas sancionadoras “contra diversos grafiteros como autores de múltiples pintadas en la capital tinerfeña”, como reza la nota del Consistorio capitalino. A este respecto, la concejal de Seguridad Ciudadana y Movilidad, Zaida González, manifestó su satisfacción porque “se está trabajando mucho y bien para castigar este tipo de actos vandálicos que, además de afear la ciudad, suponen un importante gasto para administraciones y vecinos”. Y, como en el caso de Arteaga, la edil avisa: “No vamos a descansar para que quien ensucie Santa Cruz lo acabe pagando de una u otra manera”.

Nada baladí

Aunque no lo digan, lo cierto es que estos grafiteros se arriesgan incluso a penas de cárcel que podrían llegar a los seis meses de prisión. Y para el que menosprecie semejante condena, cabe recordar que se suspenden las penas privativas de libertad de dos años o menos de duración si se trata de la primera… y si el juez quiere, por no hablar de las consecuencias que puede tener a efectos de antecedentes penales (imposibilidad para trabajar en administraciones públicas como policía, militar y otros).

De momento, la vía elegida es la administrativa, pero no se descarta la penal para los casos más graves. Entre los desvelados ayer destaca con diferencia el de un joven de 17 años al que se le achaca la autoría de más de 200 pintadas en la capital. Su tag (firma del grafiti) es Riok, y gracias al trabajo realizado se ha detectado su paso por toda Gran Canaria, en el metro de la ciudad de Barcelona y La Laguna. Respecto al municipio capitalino, su rastro es (o ha sido) visible en zonas como la plaza de Europa; las calles del Castillo, de San Juan Bautista y del Doctor Allart; avenidas como Ángel Guimerá e Islas Canarias y las Ramblas de Santa Cruz, entre otras. Curiosamente, el menor reivindica su autoría en redes sociales, por si el trabajo grafológico realizado no fuera ya suficiente a la hora de sustentar posibles sanciones.

El comunicado municipal cita también a otros, como son Difa, de 18 años y pintadas en la calle de José Emilio García Gómez e Islas Canarias. Los que firman como Saker y Dasco no dudan en fotografiarse junto a sus actos vandálicos. La nota municipal también habla de SOK, con pintadas por toda la Isla y en el entorno de la capitalina calle de Eladio Roca Salazar de las que incluso presume en un vídeo. Fundamento tiene 18 años y grafitis en plaza de la Isla de La Madera, Tres de Mayo, José Hernández Afonso y Cambullón. ASK es el más joven, con apenas 15 años y ya identificado por la Policía Local lagunera. Por último está Tonk, del que no constan más datos que la firma.

Resta añadir que este asunto no termina aquí: ya se han iniciado “nuevos expedientes para poder sancionar a otros infractores por idénticas actuaciones”.
En ello siguen agentes de la Policía Local adscritos al servicio de Protección del Entorno Urbano (Proteu), que se ocupan del tema y que trabajan en colaboración con los expertos en grafología contratados para un servicio que, visto lo expuesto, es un éxito.

Un coste de unos 100.000 euros al año que pagan todos los vecinos

Hay grafiteros en Santa Cruz que embellecen la ciudad con su arte, por efímero que sea. Y luego están los que se dedican a un vandalismo cuya reparación cuesta a todos los chicharreros unos 100.000 euros al año, casi como los contenedores quemados.