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Emilio Machado: “Si uno se pregunta qué es el ser humano, la respuesta debe ser: Nueva York”

Emilio Machado es, de nacimiento, palmero; de residencia, catalán; de historia, mexicano; y de corazón, neoyorquino
Emilio Machado. / DA

Emilio Machado es, de nacimiento, palmero; de residencia, catalán; de historia, mexicano; y de corazón, neoyorquino. La influencia de todos sus lugares, y de todas las experiencias y conocimientos heredados de sus grandes amigos, le han convertido en uno de los pintores más destacados en el panorama nacional e internacional. Sus obras han viajado por todo el mundo y han cautivado al público y a la crítica. Tiene estilo propio, él lo sabe y lo defiende en esta y en cada una de sus entrevistas. En estos días, con motivo de la exhumación de los restos de Salvador Dalí, que fue amigo suyo, Emilio Machado recuerda la vez que le dijo que “el sexo era una guarrada que solo servía para sudar”. Duda de su posible paternidad.

-¿Qué influencias tuvo sobre su obra relacionarse con artistas de la talla de Salvador Dalí, Cuixart o Ponç?
“En aquella época todos éramos muy jóvenes y muy amigos, hasta el punto, por ejemplo, de que yo entraba en el estudio de Ponç, cuando allí no entraba nadie. A mí siempre me había interesado la pintura, aunque me fui a Barcelona a estudiar arquitectura. Entonces, empecé a ir a exposiciones y a entablar amistad con todos ellos. Cuixart y yo nos conocimos en un bar que frecuentábamos. También en Canarias fui muy amigo de los artistas de mi generación, como Pepe Dámaso o César Manrique. Pero mi gran amigo entrañable fue el arquitecto José Antonio Coderch. Recuerdo cuando viajamos a Lanzarote y nos encontramos con Manrique, que lo admiraba mucho y nos enseñó toda la Isla”.

-¿Cuán importante es la amistad en el mundo de las artes?
“Hoy en día todo el mundo cree que es amigo de todo el mundo, y eso es mentira. Para ser amigos hay que tener una serie de concordancias muy importantes. La gran mayoría de mis amigos, eran personas que pensaban de forma muy distinta a la mía. Eso me enriquecía. El amigo es el que sabe escuchar. De Coderch o de Dalí yo escuchaba y aprendía. Eran dos individuos de una capacidad intelectual superior que solo se consigue con lo años. Ahora yo me he ido envejeciendo y a medida que cumplo años me convierto en un ser un poco más sabio, pero cada vez más encerrado en mí mismo. La amistad está basada en algo más que la juerga, es sentarse, charlar, criticar y saber escuchar al otro”.

-¿Cuál fue la enseñanza más importante que le dejó Salvador Dalí?
“De Dalí aprendí muchas cosas, empezando por algo tan importante como el manejo de los colores. Existían dos Dalí: el exterior, el que se mostraba a la gente y montaba aquellos shows; y el Dalí interior, este Dalí es uno de los seres más extraordinarios que yo me he encontrado en mi vida. Era una persona de una inteligencia absolutamente increíble y con unos conocimientos extraordinarios. Era un sabio total. El simple hecho de haberle conocido me ha enriquecido. Son muchas cosas las que dejan en uno los seres fuera de serie. No obstante, uno tiene que tener la capacidad de absorber esas cosas que cuentan. Ellos enseñan tanto como cualquier libro”.

-En este sentido, ¿los libros son tan amigos como los amigos?
“Hay un autor, Balzac, que escribió La obra maestra desconocida. Ese libro, que es muy pequeño, era de los volúmenes de cabecera de Picasso, y es una joya. En ese libro he aprendido muchas cosas, es una maravilla que he leído unas 20 veces. Está lleno de enseñanzas. Es una belleza. Los libros son tan amigos como los amigos”.

-Usted, que estudiaba arquitectura, ¿cuándo se descubre pintor?
“Desde pequeño dibujaba. Desde que mi padre puso en mis manos una caja de colores, yo noté que aquello me gustaba. Con 16 ó 17 años descubrí que me pasaba algo raro: mientras mis amigos se iban a ver deportes, yo prefería ir a las exposiciones de pintura y a los museos. Yo he tenido siempre un interés innato por el arte, que no solo se refleja en la pintura. Muchas veces me emociona más un buen teatro o una buena partitura. Considero que la belleza está en lo plástico, en la música, en el teatro, la poesía. Y con esto quiero decir que no soy un obseso de la pintura. A mí lo que me emociona es el hecho artístico, da igual del género que sea. El arte, cuando es bueno, lo es en todos los aspectos. Y en este sentido, siempre tenemos la costumbre de poner etiquetas a las cosas, y no tiene por qué. ¿Qué más da si Van Gogh es impresionista? En el arte no se puede etiquetar nada”.

-Nueva York, París, Londres, Estocolmo, Canarias. Finalmente, ¿las ciudades también han marcado su forma de entender el arte?
“El país que más me ha marcado, sobre todos, fue México. Allí quedan muchas de mis obras y de lo mejor que he hecho en mi carrera. Regresé hace poco a aquel país para reencontrarme con mis cuadros, y hasta me quedé asombrado de las pinturas que hice. Aquella época fue de aprendizaje y crecimiento personal y profesional. También hice arquitectura: ayudé a reconstruir uno de los edificios más importantes que hay en México, el Instituto Cultural Cabañas, que fue construido en el siglo XVI por un valenciano. Es una joya. 25 años después de irme de México me sigue reconociendo la gente que trabaja en aquel Instituto. Nueva York también fue muy importante para mí. Nueva York es la capital del mundo. No es de Estados Unidos, es una gran metrópoli internacional que no le pertenece a nadie. Allí residen todos los sueños, milagros, desastres. Si uno se pregunta qué es el ser humano, la respuesta debe ser: Nueva York. Y si uno tiene la suerte de entrar en todas las escalas humanas que hay allí, entonces aquello es un paraíso. Yo me siento absolutamente neoyorquino, lo amo por encima de todo. Si la salud me lo permite pasaré un tiempo ahí, porque son muchos los recuerdos”.

-¿Y Canarias?
“Con el tiempo regresé a Canarias por razones familiares. Pero yo he sido un extranjero en las Islas. Que quede claro que tengo muchos amigos allí, y me encanta, pero siempre he vivido fuera. No sé cómo definir mi estancia en el Archipiélago. Es el lugar donde nací, donde vive gente que quiero y de la que he aprendido, pero siempre ha sido el sitio del que me termino yendo. Lo recuerdo como el lugar de dónde me he marchado, nunca dije “voy a Canarias”, sino “me voy de Canarias”.

-Usted tiene una historia con este periódico…
“Siempre me dijo mi madre que DIARIO DE AVISOS, que es un periódico que nace en La Palma, era de algún miembro de nuestra familia. Y ahí quedó mi historia de amor con este periódico. Yo no leo mucho la prensa, aunque sí uso sus páginas para preparar las telas. Uso La Vanguardia con este fin porque tiene un buen papel. A veces estoy limpiando y me encuentro con algún artículo interesante y lo leo [ríe]”.

-Comentaba que en una rueda de prensa en Nueva York, le preguntaron a Dalí si se consideraba un buen pintor. Y este contestó “¿comparado con quién?”. Hoy le hago a usted la misma pregunta, ¿se considera un buen pintor?
“No. No. O sea, no. Me hubiera gustado ser un mejor pintor de lo que soy. Lo que sí sé es que el estilo es muy importante en todo, porque es lo que define a los artistas. El estilo es lo que da personalidad y yo tengo mi estilo muy definido. Mi pintura no se parece a la de nadie más, es absolutamente personal, y eso ya es bastante importante. Que sea mejor o peor, me trae sin cuidado”.

-Emilio Sánchez Ortiz, escritor y periodista, resalta en una de sus crónicas una frase suya: “El pintor debe limitarse a callar y a pintar”…
“Emilio y yo somos muy amigos, desde que teníamos 15 años. Él ha escrito muchas cosas sobre mí. En cuanto a la frase, yo he dicho muchas cosas y al final, al día siguiente, me arrepiento. Pero, contradiciéndome, el pintor tiene que tener la libertad, como cualquier persona, a expresarse, a criticar. Eso seguramente lo dije porque a mí la política me da mucho asco, seguramente me refería a que el pintor no debe meterse en rollos políticos. Yo prefiero estar ahora al margen de esto. España es un país donde hay una enorme incultura, cada vez hay menos lectores. A mí me gustaría saber cuántos españoles han leído un libro el mes pasado”.

-…El mes pasado leí Pedro Páramo de Juan Rulfo.
“Mi dentista en México me presentó a Juan Rulfo. A él le dieron el premio 8 columnas, de los más importantes de México, y yo le acompañé a recogerlo. Era un ser adorable. Tenía una finca en las afueras de Guadalajara. Íbamos los fines de semana a jugar al polo pero en vez de llevar bates, llevábamos una escoba y el objetivo era darle un escobazo al que tuvieras más cerca. Era muy divertido. Tuve el placer de conocerlo cuando era muy mayor. Siempre estuve tentado en hacer ilustraciones para Pedro Páramo, pero nunca lo hice. Este es el Quijote americano”.

Un artista incansable y con un gran amor: la Gran Manzana

Machado sigue pintando. Ahora, con cuadros de gran formato, como el que cuelga en su Facebook. “Cuando vivía en Nueva York había una casa protegida donde siempre se pegaban carteles. Esa imagen me ha obsesionado y por eso nace este último cuadro”.