caso tradex

De vendedor de zapatos a presunto émulo chicharrero de Bernie Madoff

En apenas un año, el santacrucero Mukesh Daswani ha pasado de ser la envidia de muchos por su aparente éxito financiero a protagonizar un escándalo, cuyo número de afectados no deja de crecer
Caso Tradex

Imagen publicitaria de Mukesh Daswani en la web de la firma en cuestión. Tradexmanagement.com

En una ciudad como Santa Cruz de Tenerife, basta con el dato de ser exalumno del Hispano-Inglés (proyecto educativo al que más de medio siglo de trayectoria avala sin margen a la duda como uno los mejores colegios de esta capital), para advertir de inmediato que la familia de nuestro protagonista le facilitó el acceso a una formación de calidad con el añadido, nada baladí, de compartir aula con las nuevas generaciones del llamado todo Santa Cruz.

A nadie se le escapa que tal dato conlleva igualmente la posibilidad de conectarse con esa clase media-alta a la que realmente alude ese todo Santa Cruz, y que esos vínculos tienen a menudo cimientos tan sólidos como los que cuajan por amistades surgidas durante la infancia y/o la adolescencia, una circunstancia evidentemente de carácter personal pero que viene a cuenta con el caso que nos ocupa, donde la confianza, como se verá, juega un rol destacado.

Aún así, y como es normal, nuestro protagonista, de nombre Mukesh Daswani Daswani, tuvo que aprender a buscarse la vida durante sus primeros pasos en el mundo laboral, que en su caso -al menos- se tradujo en una experiencia como “dependiente de calzado y material deportivo” en una ficha creada a su nombre en 2012 y que es fácilmente comprobable en las páginas web al uso, donde se se ve que ofrece “gran entusiasmo en atención al cliente, don de gentes, ambición por obtener objetivos laborales y profesionales”. Por mucho que no pocos de sus amigos de la infancia citan su habilidad comercial como un rasgo que siempre lo acompañó, es harto improbable que quienes hace un decenio le compraron zapatos sospechasen siquiera que, con el paso del tiempo, fuera la principal referencia de un escándalo financiero como el llamado caso Tradex. Básicamente, se sospecha que estamos ante un presunto caso de estafa piramidal o sistema Ponzi donde se ofrecían unas rentabilidades exorbitadas de entre el 30 y el 50% según los casos y que se conducía a través de una firma del mismo nombre que, en realidad, ni siquiera estaba registrada como empresa. Todo estalló definitivamente el viernes de la semana pasada, cuando los ingresos menguaron al punto de traducirse en impagos y un grupo de ‘inversores’ y los propios empleados habrían pedido explicaciones a Mukesh Daswani (director ejecutivo de la firma) y que finalmente tuvo que salir escoltado por la Policía Nacional de la sede ubicada en Imeldo Serís. Para hacerse una idea, el supuesto ‘agujero’ se estima inicialmente en algo más de cuatro millones de euros.

A pesar de lo reciente del escándalo (las primeras informaciones públicas, con Radio Marca Tenerife y DIARIO DE AVISOS a la cabeza de las mismas, comenzaron esta misma semana), ya resulta igualmente evidente que sus consecuencias afectan, en muchos casos de forma hasta dramática, a un número de perjudicados todavía imposible de cifrar con un mínimo de exactitud. Solo en los primeros días se han presentado decenas de denuncias ante la Policía Nacional, un paso previo a la que se entiende como inevitable presentación de querellas en los juzgados. Bufetes especializados como Sirvent&Granados estiman en más de medio centenar los clientes en relación con el caso Tradex (a tal punto que han creado una plataforma de afectados) pero hay que tener en cuenta que, a medida que se vayan sucediendo más incumplimientos de pagos, el número crecerá y crecerá.

Un año de vértigo

Lejos quedaban los zapatos de 2012, cuando hace aproximadamente un año surge lo que ahora se antoja como el clásico chiringuito financiero bajo la denominación de Tradex Asset Management con nuestro protagonista, y cuyo objetivo es captar inversiones con el formidable anzuelo que supone la promesa de rentabilidades que al inicio son del 50% y que por mucho que en las prórrogas bajase al 30% no deja de ser harto atractivo para quienes, por los motivos que fueran, pudieran llegar a pensar que semejante esquema era sostenible.

Sirva un ejemplo para ilustrar el asunto. Al principio, la cantidad mínima para invertir era de 10.000 euros (luego pasó a 20.000) que, en dos meses, dan un beneficio de 5.000. Al prorrogar al 30%, dicho beneficio aumentaría en otros 3.000 euros. Por maravilloso que pareciera, en realidad, ni siquiera se han recuperado los 10.000 iniciales, y si bien es cierto que al principio se cumplía con los pagos, no son pocos los que se han quedado presuntamente atrapados por un camino que, en realidad, no solo no ha sido rentable sino que ni cubre la cantidad inicial. Eso sí, los supuestos beneficios eran anunciados por WhatsApp tan atractivos como enterarse de buena mañana que, sin mover un dedo, el dinero apostado en semejante empresa ya se había traducido en una ganancia de miles lograda sin mover un dedo.

Captaciones

No les falta razón a quien acuse de incautos a los que se dejaron seducir por cantos de sirena como los descritos, pero es igualmente cierto que varios factores lo posibilitaron. Cualquier aprendiz sobre economía sabe muy pronto que la confianza es clave en estos asuntos, y las redes tendidas para captar clientes pasaron por las relaciones personales de sus promotores. Por ello abundan los afectados de una franja de edad similar a la de nuestro protagonista, de entre 20 y 40 años, pero también del mundo del deporte, especialmente el baloncesto.

Que Mukesh Daswani se convirtiera en un personaje popular en Santa Cruz al convertir su ostentosa calidad de vida (al final conducía un Ferrari por la capital y solía invitar a champán en las discotecas) también supuso una apreciable fuente de propaganda a este respecto. Y, claro, la cada vez más urgente necesidad de nuevos adeptos con cuyo dinero cubrir los beneficios comprometidos con sus predecesores impulsó hasta la creación de una academia para formar a unos comerciales que, solo por captar a un nuevo cliente, eran recompensados con 500 euros.

El resultado

Desde el incidente del viernes de la semana pasada, se desconoce con plena certeza el paradero de Daswani. Sí consta que voló a Madrid ese fin de semana, pero por ahora solo son rumores los que sustentan la tesis de que se ha refugiado en Abu Dabi, donde al parecer ya había hecho negocios.

Mientras tanto, en la Isla permanecen sus empleados y colaboradores, atrapados igualmente por la pesadilla de que nada garantiza ahora que al menos puedan recuperar su dinero, con el agravante de ver súbitamente esfumado su actual empleo, incluso con nóminas pendientes. Pero desde luego, muchos más son quienes simplemente se dejaron convencer para arriesgarse en una aventura que, hay que insistir, a no pocos les ha cambiado la vida radicalmente de un día para otro y no precisamente para mejor.

La historia de un vendedor de zapatos que amenaza con convertirse en un émulo a escala chicharrera del tristemente famoso Bernie Madoff, que protagonizó en la primera década una de las mayores estafas de la era moderna como asesor de inversiones de grandes fortunas en Wall Street.

“Podemos estar ante presuntos delitos como estafa y blanqueo”

Cuando ni siquiera se han formalizado las más que previsibles querellas por el llamado caso Tradex, dado que los primeros afectados han recurrido a sus abogados esta misma semana, a nadie se le escapa que dista mucho para conocer las calificaciones jurídicas que puedan resultar de este escándalo financiero que finalmente planteen las partes implicadas en un futuro proceso. Dicho lo cual, ello no es óbice para solicitar al abogado tinerfeño Isaac Pérez, portavoz del bufete local Sirvent&Granados (que ha creado ya hasta una plataforma de afectados dada la constante afluencia de clientes relacionados con el tema) sobre una primera valoración a este respecto. “Siempre partiendo de la premisa de que es un muy pronto para ello, a priori podríamos estar ante la presunta comisión de delitos tales como la estafa, el blanqueo de capitales y la organización criminal, pero todo ello se podrá comprobar cuando pasen al menos unas semanas”, detalló ayer este experto a DIARIO DE AVISOS. En cuanto a un cálculo sobre cuándo se podría presentar lo que todo apunta a que puede formularse como una querella colectiva, Pérez estimó que para ello es menester un trabajo nada sencillo dado el creciente volumen de afectados. “Ante lo inesperado del tema, hemos diseñado fórmulas como la plataforma con el afán de conducir adecuadamente el caudal de información que nos llega día tras día”, recalcó.

“¡Pero yo no te hago falta si reinviertes tus beneficios! ¿Por qué ibas a regalarme entonces ese dinero a mí?”

“La verdad es que todo esto es una desgracia. Conozco incluso circunstancias tan desagradables como las de una persona que prácticamente se ha quedado en la calle porque la mujer lo echó de la casa al enterarse de que había dispuesto de los ahorros sin consultarle. Otros metieron en este tema el dinero reservado para la universidad de los hijos, y similares. Duele, porque esto no se le desea a nadie”. Quien aporta estos nuevos detalles sobre esta suerte de tsunami económico que el caso Tradex supone para la sociedad santacrucera prefiere mantener el anonimato por motivos comprensibles, pero su testimonio merece la pena por cuanto es uno de los que, felizmente, no se creyó que existan duros a cuatro pesetas, dicho popular que no pierde actualidad con el paso del tiempo, visto lo visto. “Como a todos, me asombraba que prometieran ganancias así, pero lo rechacé cuando me lo ofrecieron. Insistieron hasta tres veces más, y al final se los resumí: ‘Me dices que si pongo 10.000 euros me das un 30% cada dos meses. ¡Vaya chollo! Pero, ¿por qué me regalas a mi ese dinero y no te lo quedas tú, si reinvirtiendo esas rentabilidades no te hace falta nadie? ¡Quédatelo tú!’”.

Felizmente, y a pesar de que esta suerte de chiringuito financiero habría funcionado apenas un año, se propagó tanto que son muchos los que excusaron la propuesta, pero tristemente no son pocos los que sí confiaron sus ahorros. Como ya se ha publicado, entre los afectados hay de todo, empezando por empleados y colaboradores directos de la propia firma y desde deportistas profesionales (especialmente baloncestistas, aunque también hay un exjugador del CD Tenerife) hasta un concejal de la capital tinerfeña, así como algún empresario, policías y hasta se teme que se captara dinero de dudosa procedencia.

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