riesgo medioambiental

El viejo portaviones tóxico da media vuelta y vuelve otra vez hacia las aguas de Canarias

Varias ONG han denunciado lo ilegal de la travesía del viejo buque francés cargado de residuos como toneladas de amianto, materiales pesados e incluso restos de radioactividad
El viejo portaviones tóxico da media vuelta y vuelve otra vez hacia las aguas de Canarias

Imagen de archivo de lo que fuera orgullo de la Armada francesa y hoy montón de chatarra tóxica. Wikipedia

Una pesadilla medioambiental vuelve hacia las aguas de Canarias. Como no lo quiere nadie, habida cuenta de que se trata de un montón de chatarra tóxica, el remolcador de bandera holandesa contratado por una empresa para que tire de un viejo portaviones de la clase Clemenceau que otrora fue orgullo de Francia vuelve sobre sus pasos y navega, al cierre de esta edición, rumbo hacia el Archipiélago, por donde ya pasó hace una semana pese a la denuncia de DIARIO DE AVISOS.

Entonces, y ciertamente en prueba de la política de transparencia por parte de la Delegación de Gobierno de España en las Islas, el capitán marítimo de la provincia de Las Palmas reconoció al Decano de la Prensa de Canarias que en todo momento se monitorizaba el paso de tan peligroso buque por el corredor de aguas internacionales existente entre dos de las tres islas de mayor tamaño, como son Gran Canaria y Fuerteventura.

Felizmente, no pasó nada y el otrora Foch galo -luego denominado Sao Paulo tras su venta al Gobierno de Brasil- siguió camino, pero las Islas vuelven a estar amenazadas por esta causa.

De la dimensión de lo que ocurre dan buena ONG como la belga Schipbreaking Platform y la estadounidense Basel Action Network, que remitieron el pasado día 8 de agosto al Gobierno de España, al del Reino Unido y a las autoridades de Gibraltar una misiva que, por una parte, explicaba que el viejo portaviones incumple el tratado internacional firmado en Barcelona allá por 1975 para la protección del Mediterráneo por cuanto en el mismo siguen habiendo toneladas de amianto, como denunció en 2006 Greenpeace respecto a su buque gemelo, pero también, ojo, residuos radioactivos resultantes de las pruebas nucleares llevadas a cabo por Francia en el Pacífico desde mitad de los años sesenta del siglo pasado en adelante, especialmente en no pocas toneladas de cadmio utilizadas como pintura a modo de protección, aproximadamente unas 170.

También denuncian los ecologistas que la inmensa nave que nos ocupa lleva casi 650 toneladas de materiales pesados cuyo vertido en el océano resultaría catastrófico.

Cabe recordar que un juez federal de Brasil -país de donde zarpó- que el barco en cuestión fuera localizado y retornado a puerto, como consta en documentación que obra en poder de DIARIO DE AVISOS, mientras que en Turquía, uno de cuyos puertos, Aliaga, figuraba inicialmente como destino oficial, ya se aclaró en días pasados que ni se le espera ni se le desea allí porque ahora tiene terminantemente prohibido atracar en los mismos, como atestiguó Efe.

Aún así, siguió rumbo hacia el Mediterráneo -en información no confirmada de forma oficial- camino de la isla griega de Kios. No sería de extrañar que la colisión de un granelero con un petrolero y la consiguiente fuga de combustible haya hecho recapacitar a las autoridades de Gibraltar.

Sea como fuere, Coalición Canaria ya ha preguntado en el Parlamento regional si las autoridades autonómicas habían sido informadas del referido riesgo ecológico.

Ahora, como se puede comprobar en el sistema de localización marítimo internacional, vuelve sobre sus pasos y, tras llegar a la altura de Casablanca, ya está a la par de Agadir.

Vuelve hacia las Islas, sin que nadie parezca en capacidad de impedirlo.