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La sequía y el abandono de las huertas expanden el rabo de gato en el sur de Tenerife

Expertos como Wladimiro Rodríguez Brito reivindican una mayor actividad agraria para frenar esta especie invasora que, además, es una aliada de los incendios en la medianía

El rabo de gato, con una gran capacidad reproductiva, se ha extendido desde las zonas de costa hasta la medianía. | DA

La pérdida de fuerza de los vientos alisios, un menor régimen de lluvias, la situación de abandono de zonas rurales en la medianía y la casi desaparición del pastoreo han sembrado, en el sur de Tenerife, las condiciones idóneas para la propagación del rabo de gato (pennisetum setaceum), una de las especies invasoras más perjudiciales para la flora autóctona.

Así lo explicó ayer a DIARIO DE AVISOS Wladimiro Rodríguez Brito, doctor en Geografía y exconsejero insular de Agricultura, quien reivindica más protagonismo para la actividad agrícola y ganadera con el fin de frenar la expansión de la gramínea procedente del noreste de África, con gran capacidad reproductiva, que se introdujo en los años 40 del siglo pasado.

“Si tuviéramos pastoreo o actividad agraria en zonas como la medianía del Sur, el rabo de gato estaría bastante más controlado: necesitamos recuperar esa actividad”, señaló el experto. En ese sentido, destacó el papel de los rebaños de ovejas –se refiere a este animal como el “gran aliado” en la lucha contra esta plaga- reducidos actualmente a la mínima expresión en la comarca, ya que “ayudan a acabar con esta especie y a prevenir incendios”, porque, recordó, el rabo de gato contribuye a propagar el fuego.

“Yo estoy muy preocupado por el nivel de tierras abandonadas en las medianías y los entornos de las casas rodeadas de matorrales; una tierra sin campesinos ni pastores se convierte en un peligro”, subrayó. Además, lamentó que recoger espigas de rabo de gato “se ha convertido en una actividad coyuntural reservada, periódicamente, a personas desempleadas”, por lo que reclamó mayor continuidad en esta labor.

También indicó que esta amenaza para la biodiversidad endémica avanza desde la costa a “zonas de medianía peor tratadas desde el punto de vista agrario”, aunque aclaró que no ha entrado en espacios de pinares ni de laurisilva.

Los expertos advierten del gran poder invasor de esta especie, ya que puede llegar a producir miles de semillas que se dispersan a través del viento, el agua, los animales, el calzado y los vehículos. Esta planta herbácea perenne, muy resistente al pisoteo, cortes o al fuego, se desarrolla con gran rapidez y, a los tres meses de la germinación, puede producir flores.

GÚÍMAR

Ayuntamientos como el de Güímar preparan un plan de actuación para el control de esta especie tras la elaboración de un informe sobre su incidencia en diferentes puntos del municipio, con una presencia “bastante significativa” en bordes de carreteras, solares y huertas abandonadas desde el nivel del mar hasta cotas cercanas a los 700 metros, según indicó ayer Nayra Caraballero, edil de Desarrollo Rural y Agricultura de Güímar.